Aunque no es estrictamente un problema de esta temporada, sino un mal que se arrastra casi desde tiempos inmemoriales en un equipo que ha destacado más por el buen trato que dispensa al balón que por su envergadura o poderío físico, el Celta está pagando esta temporada una elevadísima factura por su fragilidad para defender las acciones a balón parado.

El cuadro de Berizzo es, de hecho, el equipo de Primera División que más goles ha recibido en jugadas de estrategia en lo que se lleva disputado de temporada y apenas ha conseguido mantener en dos partidos su portería a cero. En ocasiones le han faltado centímetros, como ocurrió el pasado domingo en Balaídos ante el Sevilla, cuando Vicente Iborra anotó el gol que desequilibró el partidos superando casi por medio metro en el salto a los tres jugadores que lo estaban marcando; otras veces ha habido problemas de concentración y se ha pagado también un cierto peaje por los marcajes individuales ordenados por el técnico.

El saldo, en todo caso, es inquietante, pues la falta de envergadura no es una desventaja exclusiva de este año, sino que se viene arrastrando al menos desde el último ascenso, con Paco Herrera, pero también lastró el rendimiento europeo en los tiempos del Celta europeo de Víctor Fernández, Miguel Ángel Lotina o Fernando Vázquez. Pocas veces, sin embargo, había liderado el Celta el pelotón de los torpes con la pelota detenida.

La debilidad en la defensa de los saques de esquina están siendo acaso el mayor problema de los célticos. Al gol tan cómodamente anotado por Iborra el pasado domingo en Balaídos hay que agregar el marcado por el argentino Pezzella la jornada anterior en el Benito Villamarín o los encajados en los duelos contra el Leganés (Víctor Ruiz), Barcelona (Piqué), Deportivo (Albentosa), Villarreal (Wass en propia meta). A ellos hay que sumar además el anotado, de falta indirecta, por Boateng en el partido contra Las Palmas en el estadio Gran Canaria.

Aunque no puede considerarse una acción de estrategia, los célticos han recibido además siete goles de penalti, todos los que le han lanzado este curso. Al final, 14 de los 29 goles encajados por el conjunto de Berizzo han llegado en acciones con la pelota detenida.

El próximo lunes, en San Mamés, al equipo celeste le espera otra dura prueba ante el Athletic de Bilbao, uno de los equipos de la Liga que mejor explota el juego aéreo y las segundas jugadas. Aduriz, Raúl García y San José serán los hombres a vigilar.