La Unión Deportiva Ourense tiene el sobresaliente en matemáticas, pero ayer patinó en arte. Diez victorias en cadena le han dado ocho puntos de ventaja sobre el corte del ascenso mediado el otoño. Los números cumplen con creces lo que se le pide al equipo. Sin embargo, en O Couto no basta con aferrarse a las cifras. Los unionistas tienen que ser más generoso, entretener y transmitir. El domingo de magostos hubo más bostezos que fútbol.

Le costó a la UD Ourense meterse en faena. Tuvo poca lucidez su primera parte. Sin pausa, sin posesión, atrapado en imprecisiones y dudas. Se les vio incómodos a los de Antonio Dacosta. No les salía casi nada ante un A Peroxa trabajador. Los de Miguel Carballo jugaron mucho en campo contrario, aunque inquietaron poco a Lucas Sierra. Las escasas ocasiones fueron unionistas, y al principio. A Hugo García se le escapó un remate cruzado tras controlar y girarse a centro de Xaco. Casi de inmediato, incorporación del central Julio Martínez, centro al segundo palo y el propio Xaco dispara. Manolo desvió a córner. El portero visitante no volvería a intervenir hasta la prolongación, en un misil cortesía de Otero con toda la intención de despertar a la grada y al equipo.

Senén y Marcos Sotelo acabaron el primer tiempo calentando y entraron tras el descanso por el propio Otero y Hugo García, que pidió el cambio debido a unas molestias musculares. Sergio pasó al lateral derecho y Xaco se colocó en punta. Lo que cambió el partido fue una volea de Unai. Al delantero no le había salido nada en el período inicial, pero el primer balón que tocó en la segunda fue una delicia, el fogonazo que puso fin a la siesta. Comenzaron a verse desmarques, chispazos de Durán y desborde, como el de Marcos Sotelo en el 58, con remate forzado de Durán al poste. El A Peroxa tampoco era el mismo. Su entrenador trató de sostener al equipo con cambios. Aflojó, pero no se vino abajo. El gol ni lo rozó. La UD Ourense volvió al bloqueo y a su castaña de partido.