Jorge Paz resopla al tratar de recordar el primero de los viajes que le han llevado a más de 600 campos de fútbol del Mundo en las últimas tres décadas. Ha desistido del cálculo kilométrico, pero sacia su avidez estadística con otro detallado recuento: son 334 viajes en avión a 88 aeropuertos de entre 35 y 40 países de cuatro continentes. Le falta poner el pie en Oceanía. Si lo consigue, se le verá enfundado en la camiseta de Club Deportivo Ourense, en la del Celta o en la del tercer club que venera, la Unión Deportiva Ourense.

La primera "locura" se la dedicó al desaparecido equipo rojillo, en la eliminatoria de ascenso a Segunda B contra el Baskonia de 1985. Cursaba octavo de EGB, en plenos exámenes finales. Y cumplió, como lo ha hecho puntualmente en su ocupación profesional como docente a pesar de atracones siguiendo al Celta por el continente o desde que se enganchó a los grandes acontecimientos en la Eurocopa de Portugal. "Recomendaría a la gente que viviera un Mundial. Le cogí gusto a ese colorido. El fútbol, como tema de conversación, te permite conocer a gente de todo el Mundo", razona.

Inglaterra e Italia han sido sus destinos predilectos con el fútbol como excusa, aclara: "Nunca creí en el fútbol. Y menos desde que estoy en la directiva de la UD Ourense. Soy más de la afición que del club en sí. Siento más apego a lo que hace la gente que al fútbol, que es una mafia y un negocio controlado por la UEFA y la FIFA. Antes sufría más. Con el Ourense, por ejemplo, no fui a Jaén, a Granada o a Almería por el sufrimiento, pero ahora me da bastante igual".

"Los 90 minutos son lo menos importante -agrega-. Cuando alguien me dice, pero cómo vas a no sé dónde a ver un partido, le digo que no soy así. Si voy a Italia, me voy una semana a disfrutar de un país que me encanta". Aunque ha visto más de mil partidos en directo, también ha visitado, o se las apañó para colarse, otros 300 campos en los que no estaba la pelota en juego.

Su curiosidad por el reverso sociológico del deporte se colma en la cuna del fútbol, las Islas Británicas."Vivir el fútbol en Inglaterra es difícil, porque hay que reconocer que en muchos partidos no se ve fútbol. Siempre pasan cosas, el balón nunca está parado, pero es malo de calidad, pero el ambiente, la tradición y el aroma son incomparables", explica. "Hace poco -recuerda- estuve en el campo del Crystal Palace, pero lo que realmente llama la atención es ver ese barrio con casas humildes, el olor a fritanga y a gente de todos los equipos de Londres que coinciden en el tren o el metro para el partido del sábado a las tres. O cómo todo el mundo compra el programa del partido a 4 o 5 euros, a todo color, con fotos, la historia del equipo y entrevistas y ves como, sobre todo los mayores, van anotando con un lápiz los cambios y las tarjetas"

Tras haber vivido en directo todas las fases finales de Mundiales y Eurocopas desde 2004, Jorge Paz considera incomparables las atmósferas que se generan en el Celtic Park de Glasgow y en el Iduna Park de Dortmund. "Llevo 14 años buscando las fotos de aquel partido en Escocia con el Celta porque del cansancio que tenía no recuerdo casi nada y además me quedé sin pilas en la cámara", lamenta.

La lista de prioridades está encabeza por el Luzhniki de Moscú, el Azteca de Ciudad de México y el Centenario de Montevideo. Solo en el Mineirão de Belo Horizonte, que acogió el histórico 7-1 de Brasil-Alemania del último Mundial, llegó a asustarse. "Se crearon dos bandos en la afición brasileña -relata- a medida que caían los goles y hubo muchas peleas en distintos puntos del campo. Me vi en el medio de una y pensé en marcharme".

De su mochila de recuerdos extrae la "peculiar" forma de animar de los japoneses o dos anécdotas del Mundial de Sudáfrica. "Coincidí en un vuelo con el periodista Julio Maldonado, Maldini, que cuenta en su último libro cómo casi no llegamos a la semifinal porque nos tuvieron volando dos horas sobre Durham para darle prioridad a los aviones de los vips". Tampoco se le olvidará el frío que sintió tras la final, mientras esperaba el coche que había alquilado con un holandés. "Primero nos acercamos a los tubos de escape de los autobuses para calentarnos y, cuando ya no quedaba nadie, vemos a una especie de tribu que corta leña para una hoguera y hacia allí nos fuimos. Con qué caras nos miraban".

A los que le causa envidia su hobby o le gustaría emularle, Jorge Paz les recomienda organización y ahorro. "No tengo hijos ni hipotecas. Es la clave que me permite hacer todo esto con una nómina de profesor. Y hay que prepararlo todo con antelación para poder pagar los gastos poco a poco". En su poder tiene ya entradas para la Eurocopa de Francia y para la final de Champions de Milán.