El primer favorito para ganar el Futures Cidade de Ourense, el madrileño Roberto Ortega (296 en el ránking ATP), confirmó los pronósticos al imponerse al francés Antoine Escoffier (1.863 ATP) por 6-3 y 6-2 en la final celebrada ayer en las pistas del Club Santo Domingo.

A las 11.30 horas, con muy buen tiempo y con muchos aficionados rodeando la pista, entre los que se encontraba el concejal de deportes de Ourense, Alfonso Vilachá, comenzó la gran final.

El primer set lo fue encarrilando poco a poco el discípulo de Óscar Burrieza con sus poderes habituales: una derecha demoledora y expeditiva, un buen saque y unas dejadas magníficas, a las que replicaba el jugador galo, que se plantó en la final desde la previa, con un espléndido servicio, una derecha muy consistente y algunas dejadas de otro planeta.

En estos intercambios de golpes que parecían inalcanzables, los contrincantes se daban réplicas imposibles que levantaban los aplausos de todos los espectadores, quienes sin duda disfrutaron de un tenis de primera de la ATP.

La perfecta puesta a punto de Ortega, sus cualidades y unos contrapiés incontestables hicieron que el set cayera de su lado. En el segundo parecía que Escoffier, que se ha comportado como un motor diesel toda la semana, quería restablecer la igualdad, pero esta apariencia solo duró hasta que Ortega consiguió la primera ruptura de servicio de este set, en el cuarto juego, y se colocó por delante por 3-1.

A partir de aquí el galo ya asimiló que no tenía armas suficientes para frenar a Ortega, quien jugaba a lo campeón totalmente convencido de la llegada de su tercer título del año, primero de Ourense, que le va a colocar desde mañana en el puesto 270 de la ATP.

En sus manifestaciones en la entrega de trofeos, Escoffier felicitó al ganador, recordó su grave lesión y prometió volver a Ourense. Por su parte, Ortega dijo que había dado un gran paso para estar en principio en 2015 en las fases previas de los cuatro grandes, por lo que se despide de Ourense después de cuatro participaciones, y que su entrenador, Óscar Burrieza, le concede unas vacaciones de tres días con su familia.