Los golpes bajos doblegan al Ourense. Desesperantes regalos en área propia y un duradero eclipse de gol tienen a los rojillos en galeras, remando contra las desdichas cuando al campeonato le queda mes y medio. El balance de marzo es de poca monta y ahora empieza el tiempo de las victorias con más motivo porque ya se oyen con nitidez los avisos de lobo.

Los rojillos están borrando las pisadas de la primera vuelta. Lo que fue el inicio del despegue hacia una zona confortable de la clasificación se está convirtiendo en un tramo de concentración de accidentes. Aquella racha se ha vuelto en contra cuatro meses después por capricho del gol. El Ourense no juega peor ni combate menos que entonces, pero casi siempre sale perdiendo cuando es la fortuna la que elige al ganador.

El equipo de Luisito acaba marzo con la suerte cansada. Propone tanto o más que el rival para ganar, pero todos los detalles se le revuelven. El infortunio se regodeó ayer en un primer tiempo de vocaciones ofensivas y atrevimiento. El Salamanca utilizó una presión profunda para mantener alejados a los rojillos de su área, pero no lo consiguió. El Ourense visitó a Raúl Moreno con asiduidad. Encontró la barrera levantada por el flanco defensivo izquierdo, por el que progresó todo rojillo que se le propuso. O costó levantar el centro con precisión o el remate no fue tan plácido ni certero.

La primera ocasión llegó por la izquierda, en un quiebro con servicio de Noguerol al segundo palo que cabezo alto Iván González. Al de cabeceó se le encogió un domingo más la portería. El empuje del Ourense se vio matizado por las amarillas que vieron los dos centrocampistas que más rascan, Álex y Adil. Luisito completó la medular con Pillado ante la ausencia de Borja Yebra en el pivote defensivo. Igor fue el elemento perturbador con el que se armó la Unión. Su primera dejada sirvió un remate franco a Moreira que trabó Capi y acabó en el regazo de Pato.

El brasileño también forzó el córner que Óscar Martínez peinó hacia su red a la media hora de juego. Con los primeros sudores fríos aumentó el tormento. En el 40, el árbitro y su asistente pasaron por alto un penalti por mano de Pol Bueso tras un saque de esquina. López Parra reafirmó su torpeza con una amarilla a Noguerol, para que no quede duda de que el sentido de autoridad prima sobre el de la vista. Al filo ya del descanso, a Pato se le coló un lanzamiento desde la distancia de Lázaro.

El Ourense volvió cambiado del vestuario. Luisito prescindió de Iván González y Pillado para intentar la proeza con Sanginés y Borja Valle. Adil se retrasó y Noguerol pasó a la mediapunta. El berciano ganó un córner con un disparo que buscó la cepa del poste y de nuevo Pol evitó sobre la línea que el rebote ganado por Campillo fuese gol. El Ourense se comportó con toda dignidad. Procedió al embotellamiento del rival y rondó el área. El Salamanca reconstruyó la banda de sus quebraderos y buscó el contraataque. Borja Sánchez intentó un taconazo prodigioso que consiguió rebañar Pato.

Raúl Moreno también quiso derechos de autor en el triunfo. En el 68 interceptó un remate a bocajarro de Óscar Martínez. El rechace fue a la cabeza de Borja Valle con demasiada fuerza y el balón sobrevoló el larguero. María Hernández buscó la sentencia con Piojo, al que derribó Claudio en el área al minuto de incorporarse al campo. Campillo volvió a arriesgar la pena máxima en una carrera con Borja Sánchez. El Ourense se había llevado al límite, desconcertado por ese mal fario que le hace caer en la desconfianza y las malas decisiones o le estropea todo lo que hace para ver puerta. El peso de los acontecimientos acabó siendo más fuerte que su ejercicio de fe.