Una derrota al mínimo interés

Una derrota para no contar a nadie. El Ourense se metió ayer entre pecho y espalda 90 minutos de frustración, aunque el tropiezo no acarrea complicaciones en la clasificación gracias a los favores del enemigo. De los cinco últimos solo ganó el que no tiene nada que hacer, por lo que la distancia de seguridad apenas se ha reducido. El chasco que se llevó ayer el equipo y su afición tienen que ver con la impotencia que hizo enmudecer durante muchos minutos a los de Luisito. El Sanse desbravó a los rojillos de la forma más elemental y sin caudal ofensivo ni enfoque en el área fue imposible replicar tanto pragmatismo.

Volvió Noguerol tras siete partidos alejado de la titularidad por una avería en el tobillo y el entrenador le hizo hueco con un reajuste táctico. El Ourense atacó con dos puntas abiertos, Óscar Martínez e Iván González, y con el verinense de enlace. El regreso a la propuesta asociativa que buscaba el entrenador de los rojillos chocó con la laboriosidad del rival. Los de atrás tenían demasiado terreno y pocas vías de acceso a los metros finales. Yebra, Adil y Álex completaron un rombo que siempre tenían un rival en los talones. Del primero al último encontraron serias dificultades para progresar y llevar balones de calidad al área. Apenas se levantaron centros a pesar de que el primero solo tardó tres minutos. Fue un servicio tras recuperación de Adil desde la derecha al que no llegó el portero ni Óscar Martínez. El de Taboadela tuvo más remates en el primer tiempo, ninguno con ventaja y ninguno entre los tres palos. El Sanse vino a O Couto a presionar y a pescar. Cada falta que arrancaba en campo ajeno era una pequeña victoria. Todo un avance. Vivieron de la estrategia y de lanzarle el anzuelo al segundo balón. En cuanto se pusieron por delante también molestaron a la contra. El gol llegó como más duele. Un saque de banda por la izquierda en la que Javi Vicente le ganó la posición a sus vigilantes. Al talento que atesora en su zurda le sumó fortuna porque su disparo rozó en Capi y encontró el único ángulo abierto. El imposible. El balón superó por alto al porteo Pato y se clavó en la escuadra.

Al Ourense le faltaron ideas para empatar antes del descanso. La mejor opción llegó en un rechace de un córner que Portela dirigió a portería, pero Eladio respondió con reflejos. Javi Vicente volvió a intentarlo con otro zurdazo a media altura que desvió a córner Pato.

Luisito le dio un giro al esquema al volver del descanso. Yebra y Álex sostuvieron al equipo por dentro y Noguerol y Adil asumieron el cometido de estirar la defensa madrileña. El oportunismo recayó sobre los dos puntas, más juntos y más cerca del área. La conexión apenas funcionó y el Ourense probó fortuna desde larga distancia. Se encontró a un portero en alerta. Luisito incorporó a Borja Valle y dobló la apuesta con Luismi sacrificando al central Portela. El aumento de revoluciones favoreció el embotellamiento de los madrileños, pero solo llegaban envíos lejanos hasta que, en el 72, Noguerol no pudo conectar una volea en llegada tras un balón ganado por Óscar Martínez en la línea de fondo. La fortuna eligió ayer al Sanse, que mató el partido con su fórmula predilecta. Moncho subía el segundo gol al marcador en el minuto 74, al estar avispado en el rebote. Su disparo a media altura rozó otra vez en Capi y Pato solo pudo saludar. Álex, retrasado a la posición de central, sacó sobre la línea el tercero, tras una contra concluida por Ismael. Como en los peores domingos, el Ourense salió del campo con el síndrome del cazador cazado. Puso las buenas intenciones y le castigaron los deslices con severidad en la liga de los enormes enemigos pequeños.