Remo Olímpico | Rodrigo Conde Remero de Moaña y subcampeón del mundo en doble scull

“Hay que decir lo que se quiere sin miedo; queremos ir a los Juegos de París y una medalla”

El deportista de Moaña es una de las opciones más claras de medalla en París 2024

Rodrigo Conde, esta semana en las instalaciones de la Sociedade Deportiva Tirán, donde aprovecha para entrenar en sus vacaciones. |  // G.N.

Rodrigo Conde, esta semana en las instalaciones de la Sociedade Deportiva Tirán, donde aprovecha para entrenar en sus vacaciones. | // G.N. / David garcía

El remero moañés Rodrigo Conde disfruta estos días de unas merecidas vacaciones en casa. Acaba de cerrar un año 2022 espectacular en el doble scull pesado junto a su compañero Áleix García. Un balance que incluye cuatro medallas: dos bronces en pruebas de Copa del Mundo, la plata en los Juegos Europeos disputados en Munich en agosto y otra plata en el Mundial de Racice. La preparación de 2023 está enfocada hacia el Mundial de Belgrado, donde estarán en liza los billetes para los Juegos Olímpicos de París. Rodrigo Conde quiere estar allí y volver con una medalla.

–¿Qué balance hace de este año 2022 con dos medallas de bronce en la Copa del Mundo, una plata en los Juegos Europeos y otra en el Mundial?

–Pues le pondría una nota de un 8 o un 8,5 [risas]. Fue un año espectacular, no nos podíamos esperar estar rindiendo a este nivel tan rápido. Al final fue una cuestión de trabajo. Vimos que teníamos muy buena velocidad y lo que intentamos fue replicar en las regatas lo que hacíamos en los entrenamientos. Se nos escaparon muy poquitas cosas a mejorar, por eso nos pongo el 8,5.

–¿Qué falta para llegar al 10?

–Sobre todo algunos puntos de la temporada en los que nos lesionamos o nos pusimos enfermos. La forma que tenemos los dos de entrenar es muy difícil de mejorar porque ambos somos muy exigentes con nosotros mismos todo el tiempo. A veces también tiene sus problemas porque genera roces por el nivel de exigencia que nos ponemos encima del bote. Se trata de cuidar los pequeños detalles donde nos pudimos lesionar o un poco más de lo que se llama entrenamiento invisible. El descanso, no lesionarse, estirar bien… y perder los menos días posibles de entrenamiento.

–Habla de un rendimiento espectacular, que no se esperaban.

–¡Quién se podía esperar que dos chavales que acaban de empezar a remar juntos en doble scull pesado alcanzasen estos resultados! Es un bote en el que España nunca tuvo una medalla y el mejor resultado fue un cuarto puesto en Barcelona 92. Que en el primer año trabajando juntos estuviésemos tan arriba y peleando por el oro es algo que ni nosotros nos esperábamos. Sabíamos que íbamos a ser rápidos, pero no hasta qué punto.

Cuando vengo a casa tengo que ser capaz de mantener la rutina de entrenamiento porque cuantos menos días se pierdan mejor. Otros años venía y sí que desconectaba. Este año lo estoy corrigiendo y solo paré el día de Navidad

–¿A qué lo atribuye?

–Aparte del trabajo, nos compenetramos muy entre nosotros. Pero también con nuestro entrenador, Pol Gené. Él es quien nos dice que a veces que nos dice que nos relajemos, que no tenemos que estar tan encima de nosotros mismos. Al final nos entendemos muy bien entre los tres y eso está ayudando a conseguir estos resultados.

–¿Cómo serán sus vacaciones, si se le pueden llamar así, en Moaña?

–Esa es otra de las partes en las que estoy mejorando.Cuando vengo a casa tengo que ser capaz de mantener la rutina de entrenamiento porque cuantos menos días se pierdan mejor. Otros años venía y sí que desconectaba. Este año lo estoy corrigiendo. Solo paré el día de Navidad y mantengo una rutina similar a la que tengo en Sevilla, con la excepción de que no puedo remar [en Moaña no hay banco fijo]. Lo compenso con ergómetro en las instalaciones de la Sociedade Deportiva Tirán, pesas y por la tarde entre 40 minutos y una hora de carrera.

Rodrigo Conde, esta semana, durante un entrenamiento en un ergómetro de las instalaciones de la Sociedade Deportiva Tirán.

Rodrigo Conde, esta semana, durante un entrenamiento en un ergómetro de las instalaciones de la Sociedade Deportiva Tirán. / GONZALO NUÑEZ

–¿Qué le pide al año 2023?

–Como mínimo mantener lo de este año. Pero creo que de la forma en la que estamos trabajando no solo lo podemos mantener, sino que lo podemos mejorar. Es complicado porque mejorar significa el oro, pero llegamos hasta aquí y hay que seguir soñando. Una de las razones de nuestro buen rendimiento es que decimos lo que queremos, con un punto de descaro, sin vergüenza y sin miedo. Hay muchos deportistas que son muy buenos que no consiguen llegar a sus objetivos. A nosotros quizás nos falta un poco en la parte física, pero en la parte mental somos unos animales. Vamos a muerte.

–¿Cuáles son las citas clave de 2023?

–Todo el foco va a estar en el mundial [en la segunda semana de septiembre en Belgrado, Serbia], que es clasificatorio para los Juegos Olímpicos de París. Vamos a competir en otras tres regatas internacionales, pero no las vamos a preparar como en 2022. Iremos a modo de entrenamiento, para competir a nivel internacional y ver a los demás rivales. En esta categoría hay once plazas para los Juegos y cuando estaba en ligero eran solo siete. Muy mal se nos tienen que dar las cosas para no meternos. Si mantenemos la calidad de los entrenamientos, no nos lesionamos y llegamos bien a las competiciones, donde simplemente hay que replicar el trabajo, sería suficiente.

Ahora mismo disfruto de lo que hago, entreno mil veces mejor, estoy mejorando muchísimo, estoy consiguiendo los mejores resultados y estoy casi en el pico de mi carrera.

–¿Qué significaría clasificarse para París 2024?

–¡Clasificarse nada! Hasta que esté allí y en la ceremonia de inauguración no me lo creo. Ya me llevé un chasco muy grande con Tokio 2020 y con la pandemia. ¡Ya puede pasar lo que sea que yo a los Juegos voy a ir! [risas] Esto es para lo que entreno todos los días y el objetivo es la medalla y que no sean solo unos Juegos Olímpicos.

–La espina de Tokio sigue ahí. ¿Es una motivación extra?

–Es algo que nunca se va a ir. Fueron muchos años pasándolo muy mal en peso ligero para conseguir clasificarse. Cuando lo consigues y estás haciendo todo perfecto, de repente aparece la pandemia y se fastidió. Ya no fui capaz de seguir. Como ya dije en una ocasión anterior lo único de lo que me arrepiento es de no tomar antes la decisión de cambiarme al barco pesado. Ahora mismo disfruto de lo que hago, entreno mil veces mejor, estoy mejorando muchísimo, estoy consiguiendo los mejores resultados y estoy casi en el pico de mi carrera. Todo eso gracias a dejar la categoría de peso ligero, que me estaba capando y no me dejaba despegar. Pero no lo veo como una motivación, no es algo en lo que esté pensando. Simplemente pasó y me vino bien para cambiar de categoría.

Rodrigo Conde, a la derecha, celebra junto a Áleix García la plata en el Mundial de Racice, celebrado en septiembre.

Rodrigo Conde, a la derecha, celebra junto a Áleix García la plata en el Mundial de Racice, celebrado en septiembre. / MARTIN DIVISEK

–¿Por qué se mantuvo tanto tiempo en el peso ligero?

–Por el tamaño que tenía cuando empecé. Al principio lo llevaba bien. Fui campeón del mundo y me dije ‘esto se me da bien’, así que lógicamente me quedé.

–¿Cómo es su relación con Áleix? ¿Una vez que salen del agua se dan espacio para no aburrirse el uno del otro?

–Somos como hermanos. Estamos todo el día juntos y todo lo que hacemos lo hacemos juntos. ¡Sorprendentemente no nos cansamos el uno del otro! Ahora va a venir a pasar el Fin de Año aquí con mi familia, este verano nos fuimos de vacaciones juntos y ya estamos planeando las del año que viene. Nos gustan las mismas cosas y somos igual de activos. Eso es algo importante para luego compenetrarnos bien en el agua. Sí que es verdad que en el bote, debido al nivel de exigencia que nos marcamos, a veces tenemos roces. Pero lo solucionamos bastante rápido. Somos como hermanos de verdad, que se pelean y a las dos horas ya están de nuevo juntos. En el mundial, en el entrenamiento del día previo a la semifinal, casi llegamos a los puñetazos en el pantalán y a la media hora ya estábamos arreglados [risas]. Son cosas de la tensión y la competición.

–A priori, ¿a quiénes señalaría como principales rivales en su reto olímpico?

–No me fío de nadie. Hasta el peor país de este año cambia algo y te va a apretar las tuercas. Sé que los más fuertes van a ser Francia, Croacia, Australia…, pero la gente que estuvo en la final B puede dar un cambio y estar peleando por las medallas. Cualquiera puede ser un rival fuerte.

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