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Fútbol - Preferente Autonómica

Adiós a Manu Reiriz, exjugador del Beluso

Manu Reiriz con el brazalete de capitán del Beluso en un partido con el equipo buenense. | // GONZALO NÚÑEZ

13 de octubre de 2019. Partido Beluso-Ribadumia. Con empate en el marcador Manu Reiriz remata un saque de esquina y acaricia el gol. El equipo visitante recupera el balón y con velocidad llega a los dominios de Kevin, el meta de los buenenses. Un delantero rival lo supera con su disparo y, bajo palos y después de haberse recorrido todo el campo en el repliegue, aparece el capitán de la escuadra de O Morrazo para salvar lo que parecía el inevitable gol. Corría el minuto 88 y poco después Jacobo anotaba de penalti el 2-1 definitivo.

Esa acción es para Óscar García, el que fue último entrenador de Manu Reiriz, la que mejor define a un futbolista que dejó huella en Bueu y Beluso por su esfuerzo y compromiso, pero también por su innegable calidad humana. Ayer el exjugador del cuadro buenense recibió el último adiós en Marín tras su fallecimiento el sábado a los 37 años de edad.

Reiriz se había retirado del fútbol en junio por una enfermedad que ya en la pasada temporada le había permitido únicamente jugar el encuentro inicial. Su historia es la de un trabajador del balón, ligado al Bueu hasta que, ya en la treintena, fichó por el Beluso para dar en un par de años el salto desde la Segunda Autonómica hasta la Preferente, donde se asentó sin mayores problemas. “Era un ejemplo para todos, un trabajador al que poco importaba si se levantaba a las seis de la mañana, que no se perdía un solo entrenamiento”, destaca José María Rial, extécnico de Alondras, Cruceiro o Beluso, y cuya carrera casi fue en paralelo a la del mediocampista.

"Para mí el equipo eran él y diez más", recuerda José María Rial

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“Empecé a entrenar en el 2002 en el juvenil del Beluso y allí estaba él, y cuando lo dejé él también estaba en mi último equipo”, afirma. “No me esperaba que llegase tan tarde a Preferente, pero fue poco a poco y ahí estaba. Para mí el equipo eran él y diez más”, resume. En la misma línea se expresa Óscar García, que lo define como “un soldado. La baja más importante que podía tener un domingo era la suya, un futbolista importantísimo que siempre quería aprender y nunca tenía una mala palabra”.

Rial subraya que “su mejor característica es que predicaba con el ejemplo, no necesitaba llevar la voz cantante para hacerlo”. Con su muerte, se va uno de esos jornaleros del fútbol con un trabajo tan imprescindible como alejado de los focos.

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