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Motocross

Un joven emigrante del motor

El jovencísimo piloto Íker Agulla junto a sus dos motos en su Moaña natal

“Venía conmigo a las concentraciones y decidió probar un día. Al acabar ya me estaba preguntando cuándo le compraba una moto”

Isidro Agulla

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Así relata Isidro Agulla los primeros pasos de su hijo en este mundo del motor, cuando apenas tenía cinco años y medio. Desde entonces, la moto se ha convertido en su fiel compañera de los fines de semana hasta entrar en una dinámica de competición en una disciplina como la del motocross, de enorme raigambre en O Morrazo gracias a la saga de los Bernárdez (Moisés, Abel y Aarón) y ahora con la continuidad que le ha dado el joven Jorge Prado.

El moañés Íker Agulla compite en Castilla León al no tener opciones en Galicia

“Empezamos en una explanada con unos conos, pero al final tiene muchos amigos metidos en este mundillo y unos tiran de los otros, así que quiso ensayar en el circuito de Gondomar”, señala. Allí, entre otros tantos niños de su edad con los que compartía aficiones, instaló su campo de juegos.

“Para él es como para otro niño ir al parque”

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El jovencísimo piloto Íker Agulla junto a sus dos motos en su Moaña natal Santos Álvarez

Hasta que el propietario del circuito decidió organizar una competición interna entre todos aquellos jóvenes. Y la chispa de poder competir se encendió en Íker Agulla.

Ese año acudió a un par de pruebas del Campeonato Gallego, pero al no haber competición al año siguiente decidió enrolarse en el Campeonato de Castilla León. “Fuimos a la primera carrera sin saber qué iba a pasar, pero corrió, hizo su primer podio y ahí ya dijo que esto era lo suyo”, afirma Isidro Agulla. Desde entonces el periplo competitivo ha llevado a Íker Agulla a realizar varios dirt tracks por Pontevedra, a hacer tres podios en Castilla León y otros tantos en Asturias, obligado a emigrar a causa de la falta de carreras en Galicia.

Íker Agulla, el joven emigrante del motor de O Morrazo

Íker Agulla, el joven emigrante del motor de O Morrazo

Pero la pandemia ha frenado la progresión del joven piloto moañés. La temporada pasada pudo desplazarse a competir tras el confinamiento gracias a una autorización de la Federación de Castilla León pero esto no ha sido posible este año. Si bien se cuenta con el mismo permiso de los organizadores del campeonato, es la Federación Gallega la que no permite la salida de la comunidad autónoma, tal y como relata Isidro Agulla.

Parrilla de salida en La Bañeza

“No nos dejan movernos e incluso solo podemos entrenar en Moaña, pero aquí el único circuito que hay es de Supercross (...) lo que nos decían es que solo podías entrenar si era para correr el Campeonato de España o el Gallego, pero es que no hay Gallego”

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Tras el quinto puesto de la general del año pasado en la comunidad vecina, las esperanzas de Íker Agulla estaban centradas en poder hacer una buena temporada, habida cuenta de que el año que viene dará el salto desde los 50 centímetros cúbicos hasta los 65. De momento sus esperanzas se han frustrado, pero no renuncia a que se pueda levantar el veto y seguir haciendo lo que más le gusta: correr.

Ganador en la carrera de Palacios de Arzobispo, en Salamanca

Abel Bernárdez se encarga del mantenimiento

La afición del joven moañés viene acompañada por la fuerte inversión económica que es necesario hacer en un deporte de estas características. “Siempre pienso qué baratas serían unas botas de fútbol y un balón”, señala entre risas Isidro Agulla, que apunta a “desplazamientos, carreras, mantenimiento de las motos, la compra de ropa...” como algunos de los gastos importantes. “Si no fuese por el apoyo familiar esto te superaría y no sería posible”, manifiesta. Pero también ha llegado alguna ayuda desde el exterior. “Hay una empresa que le dio dinero para comprar la moto de este año, pero al no poder correr, ni siquiera la puedes publicitar”, afirma. El mantenimiento del día a día corresponde a su padre, pero el más serio corre a cargo de un histórico del motocross, ni más ni menos que Abel Bernárdez.

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