No es el cementerio de elefantes, pero sí, principalmente, una reserva para exjugadores. El fútbol a pie, que en Cangas tiene patentado José María Rial parece que está hecho para esta época de pandemia. En verano, los seguidores de este peculiar deporte reanudaron su afición en el Campo de O Morrazo, donde el Alondras les hizo un hueco, una vez que tuvieron que abandonar los campos del kenyata donde se practicaba este nuevo deporte.

Pocas terapias de grupo hacen tanto bien. Cuando se junta en el campo, poco antes de iniciar el partido, los practicantes de esta nueva actividad comentan anécdotas que tuvieron en su vida futbolística. La edad media supera los cincuenta y casi todos tienen larga trayectoria fútbolistica detrás. La memoria es caprichosa. Los malos momentos vividos en la fosa de Preferente se recuerdan ahora como una campaña de Julio César en la Galia. De repente, todos se retrotraen a esa edad en la que los campos eran pedregales y empiezan a jugar al trote en hierba sintética. Está prohibido correr, así que la marcha atlética coge pujanza para competir por el balón e introducirlo en unas pequeñas porterías. Un día bueno se congregan históricos del deporte rey, con sus maltrechas rodillas y sus caderas pidiendo agua milagrosa. Ex jugadores como Tomé, que jugó con el Barcelona, Rafa Outeiral, Pecas, Piter o Suso Soliño se enfundan de nuevo los petos y nos regalan pases al hueco de asombro y controles orientados que son la envidia de Zidane. También los hay que no abandonan esa esencia de palomeros que fue la que les dio fama. Entre los jugadores, Rafa Oliveira. Tiene 77 años y fue presidente del Alondras. La modalidad del fútbol a pie no es competitiva. ¡Pero a ver cómo se le atrofia ese arraigado sentimiento que les llevó a ser mejores! No es fácil. Y para que todo esté bajo control, el doctor Portela, hombre de ganada fama, está pendiente de todos.