"Los mejores años de mi vida". Así se refiere el entrenador bueués David Gómez al periodo en el que trabajó en Estados Unidos como entrenador, primero en una academia afiliada al New York City, donde estaba David Villa, y luego en Washington para la del F.C.Barcelona. El técnico volvió a Bueu el año pasado debido a cuestiones de carácter familiar y ahora busca alternativas para volver a irse al extranjero a entrenar. "Desde enero estaba valorando la opción de Asia. Está la posibilidad de China, pero me atrae más Japón", cuenta. Ya mantuvo los primeros contactos con clubes nipones, aunque la pandemia declarada por el coronavirus ha frenado en seco estas opciones y se abre un escenario incierto para los próximos meses.
Gómez se fue a Estados Unidos en 2015, con solo 25 años, para formar parte del cuerpo técnico de la escuela vinculada al New York City, donde estuvo hasta finales de 2016. Regresó en 2017 de la mano de la academia del F.C.Barcelona, que le brindó la oportunidad de viajar por todo el país. "Durante los primeros tres o cuatro meses hicimos una especie de tour. Estábamos una semana en una ciudad distinta con entrenamientos, desde Washington a Los Ángeles, con el objetivo de dar a conocer al club y la escuela. Al acabar volvimos a Washington para captar a los mejores jugadores de la zona para la academia", cuenta el técnico bueués.
Los entrenadores recibían formación constante para que el trabajo con los jóvenes futbolistas fuese siempre siguiendo el "estilo" Barça. La temporada incluye las ligas locales, torneos por todo el país y, como colofón, una gran cita en Barcelona en la que compiten equipos de las distintas academias que el club tiene por todo el mundo. Allí, en 2018, coincidió con otro morracense que trabaja en una de las escuelas de la entidad catalana: el cangués Diego Outeiral. "La experiencia de ese torneo internacional es increíble, es un gran escaparate. Teníamos a un portero que estoy seguro que va a ser muy bueno y que pudo hablar con Ter Stegen, que además le regaló unos guantes y ropa", recuerda David Gómez. Aunque una de las vivencias más emocionantes fue la de conocer al entrenador que considera como su referente: Pep Guardiola. "Fue durante un viaje de un torneo. Coincidimos en Nashville, donde el Manchester City iba a jugar un partido contra el Tottenham. Fue una experiencia brutal, increíble. Al principio pensamos que a lo mejor podía ser un poco distante porque estaba cansado, pero se hizo fotos con nosotros y pudimos hablar con él", explica el técnico bueués.
Durante su estancia en Estados Unidos trabajó con chavales de un rango de edad que va desde los alevines hasta los juveniles y pudo comprobar de primera mano su evolución. "El fútbol americano es muy directo, en el que prima mucho lo físico, con poca elaboración y al principio lo de jugar con el portero les parecía una locura. Pero aprenden y evolucionan muy rápido", explica David Gómez. Ese estilo futbolístico está condicionado probablemente por dos factores: una cultura deportiva diferente, en la que prima lo individual y lo físico, y la influencia del fútbol británico. "Siguen más la Premier inglesa y a sus jugadores que la liga española", apunta.
Antes de viajar a Estados Unidos David Gómez entrenaba a los cadetes del Beluso y tenía muy claro que su pasión por el fútbol debía orientarse a los banquillos. "Cuando me di cuenta de que mis limitaciones técnicas como jugador no me iban a permitir ir muy lejos pensé en dedicarme a entrenar. Me encanta la gestión del grupo, mantener el ambiente y trabajar con jugadores de distintas personalidades", cuenta. Aún así, recientemente volvió a vestirse de corto para echarle una mano al Bueu, en Segunda Autonómica, que entrena su amigo Bruno Gago. "A finales del año pasado empecé a entrenar con ellos y en febrero volví a jugar. Fueron solo unos pocos partidos porque luego comenzó la crisis del Covid-19 y se suspendió la competición", cuenta. Mientras espera a que este incierto panorama se aclare y se puedan abrir nuevos horizontes se mantiene activo en la consulta de masajes y osteopatía que montó en el domicilio familiar de Beluso.
