Es el destino al que se ven abocados el grueso de los filiales y el Automanía Luceros no escapa a ello. El conjunto que dirige Mingos da Cunha ha tenido que reinventarse a lo largo de una temporada en la que no solo ha tenido que mitigar las descompensaciones de su plantilla, sino que lidiar con bajas tan numerosas como importantes, una situación que ha llevado a que la escuadra haya utilizado ya a más de una veintena de jugadores.

La configuración del filial cangués -obviamente a expensas del primer equipo- ha permitido el rodaje de apuestas de presente y futuro como Brais González, Martín Gayo y Carlos Vilanova, además de ofrecer minutos a otros hombres como Pablo Castro y Dani Peiró. El equipo era temible, aunque con cierta descompensación en líneas como el pivote (donde solo figuraba Pablo Castro como inquilino) o el extremo derecho (con hasta cuatro elementos). La alternancia de varios jugadores con el primer equipo era compensada por una plantilla amplia.

Sin embargo, el potencial del Luceros tenía fecha de caducidad. Castro y Peiró (que salió en el mercado de invierno), con ficha de Primera Nacional, solo podían combinar ambos conjuntos hasta disputar diez encuentros con el equipo de Asobal. Ellos fueron los primeros en dejar de ser convocables, y especialmente sensible fue la baja del primero, por su papel en defensa y por ser el único especialista en el pivote. Sin él se hizo una apuesta por adaptar en la línea de seis metros a Cerqueira y posteriormente se incorporó a un defensor como Sierra, que también puede actuar en el pivote.

Más adelante se produjo la salida de Veloso, que dejó a Ángel Rodríguez como único central nato. Y en las últimas semanas se produjo la lesión de este, que ha dejado huérfana la posición de director de juego del cuadro morracense. Da Cunha se ha visto obligado a probar en esa posición con Brais o Gayo.

Tampoco han ayudado a la estabilidad del equipo lesiones de larga duración como las del meta Yeray y del extremo Eloy Villanueva, este último a sus 26 años el más veterano de la escuadra. Juveniles como Javi Fernández y Adrián Bernárdez han podido tener su oportunidad. Da Cunha, con todo, asume con naturalidad todas estas circunstancias, sabedor de que su labor es la de formar jugadores, por encima de buscar el resultado. En este sentido, ha hecho pública su apuesta por un juego colectivo en el que todo el mundo tenga relevancia y por repartir minutos para que los menos habituales puedan seguir progresando.