El ascenso del Nava a Liga Asobal tiene acento cangués. Tras dos temporadas en el balonmano francés, Adrián Rosales se unió este año al proyecto segoviano, si bien una grave lesión de rodilla le ha impedido participar todo lo que él hubiese deseado.

- ¿Cómo ha vivido el ascenso?

- Pues sufriendo muchísimo, porque el del Novás no fue nuestro mejor partido de la temporada. Hicimos un primer tiempo regular y en el segundo nos pasaron por encima, así que yo ya estaba más pendiente en el móvil del partido de Ciudad Real [risas]. Fue increíble, porque nuestra afición y la del Novás se llevan genial.

- Durante la temporada tampoco habrá sido fácil para usted por no haber podido jugar demasiado.

- Obviamente, pero ya no tengo 18 años como con la primera lesión, ya no sufrí esa ansiedad. El club se volcó conmigo, me dio tranquilidad y todos los medios y me encuentro ya bastante bien. Y a nivel deportivo no me han echado mucho de menos [risas] pero siempre duele estar en la grada.

- Se unió a este proyecto y apenas pudo jugar un mes.

- Jugué cuatro partidos de Liga y el de Copa. No me costó demasiado adaptarme porque es un balonmano similar al que estoy acostumbrado y Dani Gordo [técnico del Nava] me metió pronto en la dinámica del equipo. Pero llegó ese choque de Copa, hice un gesto tonto, una frenada saliendo al punto débil y se me salió la rodilla. Ahora quiero centrarme en la recuperación y llegar lo mejor posible al mes de agosto, a la pretemporada.

- La celebración en un pueblo tan pequeño [Nava tiene apenas 3.000 habitantes], en el que todo el mundo se conoce, debió de recordarle las de Cangas.

- Sí, claro, lo primero que te viene a la cabeza son los ascensos con el Cangas. Aquí ha sido más intenso, porque es la primera vez que se consigue, después del palo del año pasado, y con la ilusión que tienen. Ha sido emotivo.

- Inició una aventura de dos años en Francia y tuvo ofertas para seguir en esa Liga, en alguna otra en el extranjero, y sin embargo apuesta por el Nava.

- Sí, ha sido un cambio radical, pero del que tenía ganas. Conocía a Yeray [Lamariano] y es un proyecto serio, no solo en lo económico. Hay un club detrás con un campeón juvenil, otro en Segunda Nacional, tiene 300 niños en la base... Es un club que ha trabajado mucho para estar ahí.

- Para usted, que ha estado tantos años en Asobal, La B tenía que ser una transición.

- Yo quería volver a España, y la B era una manera de readaptarme al balonmano. En Francia estuve dos años de adaptación, las cosas no acababan de salir del todo, había mucha presión en el club... Aquí quería estar cómodo y disfrutar jugando aunque por desgracia no pude hacerlo demasiado.

- Esperará impacientemente el sorteo del calendario para saber cuándo vuelve a Cangas.

- Sí, estuve en Semana Santa viendo el partido de Logroño, pero sí me apetece volver a jugar aquí, que la gente te reciba... Para eso hay que conseguir primero la permanencia, aunque creo que está encarrilada. Y el Cangas a final de temporada es cuando pone toda la carne en el asador.

- Parece que el derbi ante el Teucro será el duelo decisivo.

- Es ya un clásico en Cangas, pelear hasta el final. Jugando en casa y con seis goles a favor de golaverage... El Teucro lo tiene difícil, aunque también me gustaría que se salvase.