Discreto y humilde hasta en la despedida. Sin ruedas de prensa, fotos ni homenajes y sí con mucha, probablemente demasiada, autocrítica. El tiempo acabará poniéndole en el lugar que se merece: el mejor entrenador en la historia del Cangas junto al desaparecido Alejandro López.

- Es algo que agradezco, pero la decisión está muy meditada. El Cangas es para mí algo más que un equipo al que entrenar. Estaré eternamente agradecido al club, desde el presidente hasta el último integrante, y a la afición. Pero todo tiene un principio y un fin: creo que tratar de seguir adelante cuando realmente ya no se puede solo traería cosas malas para todos. Es verdad que Cangas es un club peculiar en cuanto a esa filosofía de inmediatez que rige el deporte, pero cuando las cosas no van bien hay tratar de reconducirlas.

- ¿Qué ha pasado para que tome esta decisión que nadie deseaba?

- Creo que es lo mejor. El equipo no funciona porque yo no soy capaz de dar con la tecla adecuada. No fui capaz de reactivarlo en el final de la primera vuelta [las tres derrotas consecutivas ante Huesca, Puerto Sagunto y Puente Genil] y no me veo capaz de hacerlo reaccionar.

- En el club piensan que si alguien puede salvar al Cangas era usted. ¿La renuncia era la única alternativa?

- Asumo toda la responsabilidad por los resultados, pero ahora creo que es mejor que venga otra persona. Yo intenté sacudir el árbol, por decirlo de alguna manera, pero sin lograr la reacción deseada. Hay una rutina de trabajo, de entrenamientos y de derrotas que es necesario cambiar. Si hay alguna opción de que esto cambie es que venga alguien nuevo que sea capaz de mover esto. Yo agoté mis recursos y no me veo capaz.

- Decía que la decisión que adopta no es fruto de un calentón, sino que está muy pensada y habla de esa dinámica de derrotas.

- Sí. Yo pensé que podíamos remontar el vuelo, pero llegó un momento en que cada derrota se empezaba a ver como algo normal. Y eso es algo que me frustra muchísimo, que me da de lleno en la línea de flotación. Con esta dinámica no íbamos a ningún lado.

- El club no tendrá nada fácil buscarle un sustituto después de tantos años y debido a las estrecheces económicas.

- Está claro que éste no es el mejor momento para dejarlo, pero tampoco es el peor. La competición está en una fase de parón, queda toda la segunda vuelta por delante y hay cierto margen de maniobra.

- Supongo que ésta no es la despedida soñada ni que seguramente se merece por su trayectoria.

- Me voy con la conciencia tranquila porque lo he dado absolutamente todo. Me pude ir antes, aprovechando mejores momentos [los dos quintos puestos o la permanencia del año pasado], pero el compromiso con este club hizo que volviese a reconsiderar una decisión que ya tenía tomada.

- Ese debate interno sobre seguir o no era algo que los que tratábamos diariamente con usted podíamos percibir. El año pasado casi todo el mundo estaba convencido de que era el último, pero al final volvió a reengancharse y con ilusiones renovadas. ¿Qué ha pasado?

- El club, la afición de O Gatañal... Cada año conseguían siempre renaciese esa ilusión tras acabar la temporada muy quemado. Pero ahora estoy agotado y entrenar al Cangas es algo muy complicado, que requiere mucho esfuerzo. Este club compite cada año con espadas de madera en una guerra enorme. Quizás seguir hubiese sido lo más fácil, pero eso no sería justo ni honrado y se me revuelven las tripas sólo de pensarlo.

- Las sensaciones que ofreció el equipo en el arranque de la temporada era muy distintas, después del sufrimiento de la anterior campaña se vislumbraba otro devenir. ¿Le sorprendió encontrarse en esta situación?

- Esperaba estar luchando en la zona baja, pero también es verdad que esperaba algo más. Tanto en la pretemporada como en el inicio de la campaña mostramos cosas positivas y ya no era algo como el año pasado, en el que partíamos con muchas bajas. Pero poco a poco fuimos a menos y eso es algo que me da en la línea de flotación.

- El ascenso, dos quintos puestos, el regreso a Europa, la Copa del Rey, Asobal ... ¿Con qué momentos se queda de esta etapa?

- Hubo algunos momentos malos, muchos buenos y otros apoteósicos, como los dos partidos en Aranda que nos llevaron a la salvación. En cuanto al resto resultados nunca fui un entrenador que se preocupase mucho por el palmarés. Cambiaría todos esos éxitos de los que habla por el hecho de que el equipo funcionase.

- ¿Estamos ante un 'hasta luego' o un 'adiós'?

- Nunca se sabe. Durante un tiempo no voy a ser capaz de ver balonmano. Necesito alejarme, estar con la familia... Me voy agradecido a todo el mundo y quizás es cierto que veo más cerca la retirada. ¡Aunque si dentro de un año me llama el Barcelona me lo tendría que pensar!

Es la única nota de humor en una entrevista en la que Pillo lucha por contener sus emociones y no logra evitar que asomen las lágrimas.