La Liga Asobal entra en una fase en la que lo puramente balonmanístico es solo una pieza más en el rendimiento de los equipos. Lo psicológico se entremezcla con lo deportivo a medida que el final de la competición se acerca y el Frigoríficos del Morrazo no es ajeno a ello. El choque del sábado ante el Huesca está marcado en rojo en el calendario y la importancia de los puntos trasciende lo numérico. El Cangas quiere ganar para acercarse a sus rivales directos en una doble misión que pasa por reforzar su moral y traspasar la presión a equipos como Auto Gomas Sinfín o Guadalajara. "Hay que ganar. Ahora mismo todo el mundo va a tener que apretar el culo, y un bajón es mucho más duro que en la primera vuelta, porque el margen de error es mucho menor", afirma Víctor García, "Pillo".

La salvación sigue a tres puntos después de una jornada en la que cayeron los principales rivales del cuadro cangués. Villa de Aranda, Guadalajara y Sinfín no puntuaron, alimentando las esperanzas de los de O Morrazo. Una victoria ante el Huesca, combinada con el pinchazo de cualquiera de ellos, situaría al Frigoríficos a un partido de todos ellos, con la ventaja añadida de que alcarreños y cántabros aún deben de visitar el pabellón de O Gatañal. "Queremos sumar por nosotros, pero también para meter presión a los de abajo. Necesitamos coger aire, tranquilidad, para poder afrontar mejor todo los que nos viene ahora", explica Pillo. Y es que el entrenador del Cangas sabe como nadie que por delante quedan "tres meses de presión y de dudas, y si podemos aumentarlas en los rivales cercanos, pues mucho mejor". Equipos como Puente Genil, Atlético Valladolid o Bidasoa, hasta hace poco enemigos, se convierten ahora en inesperados aliados al haberse alejado de la quema y estar en zona tranquila. "Ahora queremos que puntúen contra el resto de rivales", admite Pillo.

El Huesca debe marcar el camino, y el siguiente compromiso en casa del Frigoríficos será ante el Guadalajara. Son dos duelos determinantes, que pueden enganchar a los gallegos nuevamente a la vida. Más aún cuando están encuadrados entre dos desplazamientos con, a priori, escasas opciones de puntuar. Granollers es una plaza complicada y Barcelona es poco menos que una misión imposible para cualquiera.