O Gatañal cree en los milagros. Ayer volvió a asistir a una nueva demostración de fe y coraje del Frigoríficos del Morrazo, que borró sobre el parqué las diferencias presupuestarias que lo alejan del Balonmano Aragón para obtener una importantísima victoria (26-25) que le permite situarse en la zona noble de la Liga Asobal. El conjunto cangués protagoniza el mejor inicio de campeonato desde que está en la máxima categoría y da un nuevo paso hacia su objetivo de la permanencia.

Fue un duelo épico, de ritmo intenso y de gran despliegue táctico. Todo un regalo para los amantes del balonmano en un pabellón que, sin registrar una gran entrada, volvió a ser el fervedoiro de antaño para dar a su equipo ese plus que necesitaba para doblegar a un rival sobre el papel muy superior. El Aragón controló el marcador con ventajas de entre uno y dos goles, pero no pudo aguantar el punch final de un Cangas catapultado a la victoria con los goles de Adrián Rosales y con una parada postrera de Felix Schmidl, ya convertido en uno de los ídolos de la afición canguesa.

Comenzaron golpeando los visitantes, gracias a la buena dirección de Ángel Pérez y al eficaz trabajo en la línea de seis metros de Cartón, Sorli y de un Val que ponía en aprietos al 6.0 local (2-4, minuto 5). Pero el Cangas, con Rubén a los mandos y Muratovic desplegando todo su juego fueron capaces de voltear el marcador (8-7). Eso a pesar de que Jorge Gómez -gran partido el suyo- ya estaba haciendo de las suyas y la portería local no aportaba en exceso. Rial tomó el relevo de sus compañeros y machacó desde los nueve metros antes de que David García se marcase un de costa a costa para reducir la desventaja al mínimo al descanso (12-13).

El Frigoríficos alcanzó las tablas (18-18) antes de que los colegiados lo castigasen con un par de exclusiones. El Aragón se distanciaba (19-22, minuto 44) y Pillo pedía tiempo muerto. Sus palabras tuvieron un efecto inmediato y los locales igualaron en un visto y no visto. Ortega respondía con otro tiempo. Y en la batalla táctica Pillo ordenaba defensas alternativas. Ahora un 5.1 con profundidad, ahora una doble mixta sobre Rial y Lozano o Ángel.

Pero la victoria, por encima de cuestiones balonmanísticas, dependía de la fe, de la pasión. Y ahí el Cangas no tiene rival. La defensa se entregó al límite y emergieron dos figuras. Schmidl, hasta entonces muy flojo, despertó con paradas importantes. Y Adrián Rosales sacó el brazo cuando más lo necesitaba su equipo para destrozar la meta de Jorge Gómez. Ortega pedía otro tiempo. Adrián ponía a los suyos por delante a 30 segundos para el final y Schmidl sacaba un balón a Cartón. Los puntos quedaban en casa.