La familia del Club Deportivo Lalín y el fútbol gallego en general conoció ayer una trágica noticia, el fallecimiento del excapitán y exentrenador del equipo rojinegro, José Manuel Alonso Acevedo a los sesenta años de edad. Asturiano de nacimiento y lalinense de adopción, el central llegado al Manuel Anxo Cortizo a comienzos de los años ochenta se convirtió en uno de los grandes emblemas del Lalín, primero por su faceta dentro del campo y después como entrenador, años en los que realizó una importante labor poco reconocida. Acevedo vivió su última etapa como entrenador del Lalín en la temporada 2009-10, en el que fue el primer descenso de la historia del equipo a Preferente. A partir de ahí decidió apartarse por completo del fútbol, dedicándose a su trabajo como conserje en el centro escolar Sagrado Corazón de Lalín.

En su faceta como jugador y con el brazalete de capitán del Lalín, en un partido en Balaídos

Según explicaron amigos cercanos, Acevedo falleció en la mañana de ayer cuando se encontraba dando un paseo por la playa en Gijón junto a su pareja Luisa. El asturiano se desplomó y falleció víctima de un infarto sin que se pudiese hacer nada por su vida. Se trataba de un viaje habitual para el exentrenador del Lalín, que solía aprovechar las fiestas de As Dores para acercarse a pasar unos días con la familia. Acevedo será enterrado hoy a las 17.00 horas junto a sus padres en el cementerio de Gijón.

La noticia del fallecimiento del entrenador nacido en La Caridad causó ayer un gran estupor entre la familia del Club Deportivo Lalín. “El fútbol gallego y el Lalín en particular le tienen que estar muy agradecidos. Fue un hombre que pasó momentos muy malos, con tiempo sin cobrar, y que hizo de todo por el Lalín. Lo utilizaron para todo y luego nunca reconocieron lo que hizo”, afirmaba ayer el expresidente y amigo personal de Acevedo, José Manuel Bahamonde de camino hacia Asturias para acompañar a la familia. “No creo que nadie en el fútbol gallego pueda decir que no lo apreciaba porque no había persona más legal y familiar que él”.

El asturiano llegó al Lalín en la temporada 83-84 y en la siguiente formó parte del Lalín que logró el primer ascenso a Segunda B. Formado en la escuela de Mareo, Acevedo destacaba por ser un central con gran toque de balón, algo poco habitual en la época, como recuerda su excompañero y amigo Pibe. “Llevándolo a hoy en día se podría decir que era como Piqué”, explica. Los caminos de Pibe y Acevedo se cruzaron cuando ambos coincidieron en Lalín en esa llegada a la villa, por lo que ambos decidieron compartir piso. “Era una gran promesa en Mareo y jugó en el equipo B del Sporting pero de allí decidió irse al Avilés Industrial, de aquella un gran equipo. Su llegada al Lalín fue a través de otro asturiano que jugaba en Galicia, Amador, que lo recomendó al Lalín. Vino a hacer una prueba con Julio Díaz y ya se quedó”.

El exjugador y entrenador rojinegro destaca también la figura de Acevedo en el banquillo. “Siempre se decía que era un entrenador muy defensivo pero logró grandes cosas con lo que le daban. Él logró que el Lalín resurgiese en un momento en el que ya empezaba a flojear”, recuerda. “Por cosas como esas fue un referente, tanto como futbolista, como capitán, como entrenador y como persona. Jamás se metía ni le hacía daño a nadie. De lo único que discutía era de fútbol. Le encantaba hablar de fútbol”.

Otro hombre que compartió numerosos años junto a Acevedo fue el exjugador y exentrenador del club Román Blanco, quien considera que Lalín no llegó a reconocer todo lo que hizo el asturiano por el club y el fútbol de la zona. “Nunca tuvo un reconocimiento por todo lo que hizo. Él consiguió hacer un Lalín grande con gente casi toda de la casa. Incluso se jugó una fase de ascenso con un equipo en el que había un montón de canteranos. Solo hay que ver la gran cantidad de jugadores que subieron al primer equipo con él en el banquillo”, afirmó.

Sus amigos lamentaron el trágico fallecimiento de un hombre que a sus 60 sesenta años seguía cuidándose. Era habitual verlo caminar por Lalín, un trabajo con el que mitigaba sus dolores de cadera, y había dejado de fumar. “Él logró evitar que el club se metiese en el socavón en el que está metido desde hace años. Hubo una época en la que todos los equipos de Galicia tenían pánico a venir a enfrentarse al Lalín de Acevedo. Eso es algo que quedará para siempre y que debió reconocerse hace tiempo”.