Corría el 2019 cuando Adrián Rozados protagonizaba una de las grandes sorpresas del año con su victoria en la Subida a Chantada, una de las pruebas más reconocidas del Campeonato de España de Montaña. Su triunfo tuvo un valor especial, ya que se trataba de su estreno en una prueba del Nacional y de la primera vez que se ponía a los mandos de una barqueta. Hasta ese momento, su experiencia competitiva se había limitado a un meritorio cuarto puesto en carrozados en la Subida A Estrada, dos años antes. Ahora, dos años después de aquel triunfo, Rozados ha vuelto a coger su casco y lo hace para cumplir con el protocolo. El campeón defenderá su corona en Chantada tras la suspensión del 2020. Lo hará a los mandos de un Silver Car y destacando el mayor nivel de la carrera de este año comparada con la que ganó.

Rozados cuenta los días para volver al asfalto. Atrás quedan meses de duro trabajo previo, centrado principalmente en conseguir los apoyos económicos para afrontar una aventura de este tipo. “Sería increíble poder disputar todo el Nacional y el Gallego pero, por desgracia, no tengo esa posibilidad económica. Por eso prefiero centrar la temporada en una carrera importante como esta y correrla con un vehículo que me permita poder estar arriba”, explica. Su presupuesto ronda los 10.000 euros, para lo que necesitó el respaldo de muchos patrocinadores de A Estrada y alrededores. “Tengo varios patrocinadores nuevos y otros que siempre están ahí aunque cada vez les pida un poco más”, afirmó al tiempo que agradeció la buena respuesta a la venta de camisetas para sufragar gastos.

Estos apoyos fueron claves para poder salir el próximo sábado en Chantada con un coche “puntero”, que llegó a ganar el campeonato portugués de Montaña. “Es una barqueta diferente a la que tuve en 2019. Es mejor en algunos aspectos y peor en otros. Es más fácil pasar las zonas estrechas y lentas que hay en Chantada pero no es tan completa en la zona rápida. Eso me obligará a arriesgar más”, explicó.

Rozados cuenta con la desventaja de no haberse puesto a los mandos del Silver Car hasta el primero de los entrenamientos en la jornada del sábado. “Me habría gustado porque podría salir con más confianza pero el presupuesto no daba para tanto”. Ese condicionante no lo tienen muchos de sus rivales en la categoría absoluta, con un amplio abanico de aspirantes, todos ellos con experiencia y acostumbrados a sus monturas.

El estradense trabajaba en estos días con Docereiro, la firma de Ouzande, para poder presentar el coche en A Estrada el viernes ya con toda su rotulación.