- ¿Qué tal se encuentra en su primer año completo como entrenador en la Primera Estatal?

- Por suerte, desde el club y desde la directiva e incluso desde la propio afición son todas palabras tranquilizadoras y eso me ayuda mucho a trabajar. Tengo la confianza del club y de mis jugadores, al final eso como entrenador es algo fundamental para poder afrontar las semanas como lo hacemos y para poder confiar en tus ideas e intentar que el equipo las plasme y que los jugadores las entiendan. En esa línea intento trabajar. Lo dije desde el principio, tengo muchas horas que hacer para ser entrenador. De hecho, como quien dice, todavía no tengo ni el título porque todavía no pude acabar el tema del curso. Para mí también jornada tras jornada es todo un aprendizaje e intento seguir formándome, hablando entrenadores manteniendo contactos y evolucionar porque creo que eso es algo fundamental. Estoy relativamente cómodo aquí, ya te digo.

- ¿Hasta dónde le gustaría llegar al frente de los banquillos?

- Siempre he dicho que mi vida como entrenador no la afronto como cuando era jugador. La afronto desde la tranquilidad porque lo que me gusta es estar vinculado que tanto me dio y que tanto me gusta y me hace feliz. No me pongo ni metas ni opciones ni tampoco retos de cara al futuro.

- ¿Se ve mucho tiempo más en el club donde empezó a jugar?

- Lo cierto es que aquí estoy muy contento tanto con el primera equipo como también con mi trabajo con la base. Puedo compaginar ambos trabajos porque evidentemente el nivel competitivo de la primera plantilla es mucho más alto y que me recuerda un poco a lo que yo hacía como jugador. Con eso soy feliz y no pienso en más allá. Si luego llegan otros retos habrá que pensar si los que quiero afrontar o no, pero no es lo mismo el Pablo Cacheda entrenador que el Pablo Cacheda jugador que tenía claro que quería llegar lo más arriba posible dentro del balonmano de la máxima exigencia.