Llegó al Lalinense como revulsivo de un equipo que necesitaba nuevos alicientes. Su paso por la Liga Asobal y la fatídica lesión que le apartó del balonmano le confieren un halo de leyenda dentro del deporte de máximo nivel en su tierra, algo que la directiva rojinegra quiso aprovechar para espolear a la primera plantilla, pero también a la prolífica base. Ahora, un año después, Pablo Cacheda tiene al equipo donde quería pero sabe que todavía no hay nada hecho aún. La derrota sufrida en Bueu el pasado fin de semana ha dejado un sabor de boca amargo en los aficionados que esperaban ver a los del Arena iniciar el año como dejaron 2019: ganando y mostrando un balonmano de muchos quilates.
- ¿Le pilló por sorpresa cerrar el primer tramo de la competición cayendo en el pabellón de Bueu?
- Llegamos un poco mermados, sobre todo a la hora de poder entrenar con el tema de tanta gente tocada y demás. El parón navideño también conlleva que no estés todo lo centrado que debieras y, después, yo creo que tuvimos mala suerte. No creo que tampoco tengamos que fustigarnos ni nada por el estilo porque salió Kustov en portería, que parecía que volvía a tener 20 años y estuvimos diez minutos sin meter un gol. Está claro que eso fue lo que nos condicionó. El nivel del juego estuvo bien. En ataque nos costó un poco más porque se nos atragantó su defensa 5-1 y cuando empezó a parar Kustov aparecieron los fantasmas del pasado con él. Y al final se dio el resultado que se dio en un partido totalmente atípico para nosotros.
- ¿Cómo ha visto a sus jugadores en esta primera vuelta?
- Yo, en líneas generales, valoro muy positivamente esta primera vuelta. Creo que podemos decir que acabamos segundos porque al Lanzarote le queda un partido contra el colista y en principio debería de ganarlo. Cualquiera de nosotros firmaría estar en esa posición al final de la primera vuelta. Hemos tenido dos partidos que podemos contar como derrotas y ambos por un solo gol, y el resto de partidos los hemos ganado por más de tres goles todos. Está claro que no siempre se puede estar al cien por cien ni se pueden ganar todos los partidos porque, como digo siempre, hablamos de un equipo que no es profesional y que tiene muchos inconvenientes a la hora de preparar partidos y de entrenar por semana.
- ¿Cree que la presión de tener la fase de ascenso a tiro de piedra podría pesar en el equipo?
- Eso tiene que ser un premio y no un objetivo porque si queremos que el Balonmán Lalín tenga como objetivo meterse en la fase de ascenso tenemos que cambiar cosas desde el propio club como invertir mucho más dinero para poder competir con equipos con unos presupuestos mucho más altos y demás. Yo creo que esa no es la filosofía del club. Lo que pasa es que por suerte teniendo una plantilla de gente formada aquí excepto Rubas podemos competir con esa gente y alcanzar esa fase de ascenso puede llegar a ser un premio o una meta, pero nunca una obligación. Las limitaciones del club y de la plantilla son las que son y a partir de ahí tenemos que trabajar en estar lo más arriba posible y hacer las cosas lo mejor posible porque sigo diciendo que tenemos la mejor plantilla del grupo, lo que pasa es que esto es un deporte donde juegan siete contra siete y donde todo puede pasar en un partido.
- ¿Qué valoración hace de las nuevas incorporaciones?
- En líneas generales, todos los integrantes de la plantilla se pueden poner una buena nota. Algunos más altas que otras porque es verdad que contábamos con que Tate tuviera mucha más repercusión en el juego pero el tema ese del dedo con el que lleva dos meses le está mermando mucho. Además, Roberto Álvarez igual porque lleva con un hombro tocado desde la jornada número seis. Esas cosas está claro que nos castigan pero pienso que vamos en una buena línea. Como les comentaba a ellos, tenemos que seguir trabajando como lo hemos hecho hasta ahora porque por momentos hemos rozado un nivel de balonmano altísimo. Y tiene mucho mérito porque como digo siempre son gente que después de varias horas de jornada laboral vienen al pabellón y verlos entrenar es toda una gozada prácticamente todos los días.
