Dos pájaros de un tiro, segunda victoria consecutiva y puerta a cero. ¿Qué más se puede pedir? Todo ha cambiado en la 'casa Couto', lo que era un cielo negro hace quince días es ahora un sol radiante. 2-0 derrotó la UD Ourense al Estradense gracias a los goles de Carlos y Iago Blanco en la primera parte. La segunda fue más de aguantar, de conservar un resultado que aleja a los ourensanos de la zona de los sustos y los incrusta en la de la esperanza, octavos con los mismos 20 puntos que el séptimo, el Alondras. La tercera de las peticiones a Papá Noel, la de ganar fuera, está a tiro, en As Pontes el día 15. Porque ahora son las selecciones las que reclaman el foco, descanso para los guerreros.

Poco a poco va ganando solidez la UD Ourense en casa, va sacando los partidos uno detrás de otro. Desde que puntuó el Bergantiños allá por el último domingo de octubre, en la jornada décima, todo han sido victorias en el campo de O Couto, angustiosas frente a Bouzas y Somozas, notablemente más plácida contra el Estradense.

El primer lanzamiento fue visitante, por medio de Diego, lejos de inquietar a Ángel Díez. La respuesta llegó de la mano de Tiago a los siete minutos, igualmente sin acercarse a los tres palos.

No tuvo esta vez el guardameta cántabro de la UD Ourense que sacar ningún balón de la puerta. Pero apareció, como siempre. Fue en el minuto 19, para neutralizar una falta que Vidal había pegado con muy malas intenciones.

El partido empezó a romperse cercana la media hora. Un mal despeje de un central pontevedrés le cayó a Carlos. Le cayó a la pierna derecha, que utilizó para recortar a un defensor. Con la izquierda colocó la pelota lejos del portero.

El gol animó a los ourensanos, que se vieron ante la tesitura de dejar el partido resuelto en el descanso con una ventaja mayor. Alfredo buscó el segundo desde fuera del área, pero el lanzamiento del lateral izquierdo ourensano no encontró portería.

El que sí la encontró fue Iago Blanco, que tacita a tacita va llenando el termo de los goles. Allá por el minuto 42, el coruñés estaba en el sitio justo en el momento justo. Una pelota mal despejada después que Champi bailase y bailase a un defensor en la banda izquierda del ataque local la cazó en el segundo palo. La cruzó bien, a poca altura, imposible para el guardameta visitante. El resultado no estuvo ya en peligro en lo que quedaba de partido.