El estradense Cristóbal Dios sufrió ayer un duro golpe en el Triatlón Alpe d´Huez, una competición que tenía marcada en su calendario de 2018 como una de las más importantes de la temporada. Tras semanas de trabajo específico y cuando peleaba por meterse entre los cinco mejores de una exigente competición internacional, el triatleta tuvo que pararse. Los fuertes dolores en espalda, todo apunta que provocados por una mala posición aerodinámica en el tramo de bici, lo obligaron a rendirse cuando solo había corrido los primeros kilómetros de la carrera final a pie.

"El deporte a veces es injusto", reconocía tras la carrera un abatido Cristóbal Dios. "Después de tanto tiempo preparando con mucha ilusión esta carrera ha sido un golpe duro. Me duele porque estaba muy bien, con opciones de terminar incluso entre los cinco primeros de una competición en la que había muchas estrellas", añadió en el mismo sentido. El estradense explicó que tendrá que pasar página cuanto antes de todo lo sucedido, aunque por el momento es pronto para cerrar esa herida. "Estas cosas pasan y sé que lo que no me mata me hará más fuerte pero venía aquí a intentar hacer algo grande y no pudo ser. Me da rabia porque trabajé muy duro", afirmó.

El estradense dejó claras sus buenas sensaciones desde el inicio. Tras el tramo a nado, el belga Frederick Van Lierde abrió brecha en cabeza, dejando claro que solo un fallo suyo podría privarle de la victoria. Por detrás sin embargo las diferencias eran reducidas. Entre los mejores se situó en los primeros pasos el estradense, llegando a marchar en la quinta posición en algunos de los puertos iniciales. La subida sin embargo a Alpe d´Huez fue dura para él, cayendo a la octava posición.

"Nunca me había pasado algo así. Estaba probando una bici nueva y aposté por una posición más baja y aerodinámica. En los entrenamientos me fue bien pero en la carrera comenzó a dolerme la espalda. Iba demasiado bajo. No estaba cómodo", explicó. A pesar de los dolores consiguió alcanzar la cima e iniciar la carrera a pie. Sin embargo y a pesar de que las fuerzas lo acompañaban, comenzó a sentir fuertes dolores en la espalda. "Paré y estiré un poco. Intenté seguir pero un kilómetro después me tuve que parar. Era imposible. Cada vez que pisaba sentía como si me clavasen algo en la espalda".

Dios fue uno de los muchos corredores que terminaron abandonando en una competición que se hizo especialmente dura por culpa del fuerte calor.