Dijo adiós de la mejor manera posible: participando en la contundente victoria del Lalinense sobre el Conservas Boya Camariñas. El extremo Gustavo Lázara deja el equipo sin hacer ruido, pero con un buen sabor de boca entre la gran familia del balonmano de Lalín.
- ¿Por qué lo deja, si parece que físicamente todavía responde?
- Lo dejo porque a todo hay que ponerle un final. Tengo una edad, y el balonmano aquí exige muchísimo porque, como sabes, entrenamos cuatro días a la semana, además de jugar todos los fines de semana. Es un grado de implicación que roba mucho tiempo, aunque sarna con gusto no pica. En la vida hay prioridades, y ahora las mías son otras. Creo que es un buen momento para dejarlo.
- ¿Le dio muchas vueltas a la decisión de dejar el balonmano?
- No, la decisión ya estaba tomada al empezar esta temporada. Yo ya sabía que esta iba a ser mi última temporada, y la verdad es que no necesité darle muchas vueltas. Tú ya notas cuando llega el momento de decir adiós, e insisto que es el mejor momento para ello.
- ¿Con qué se queda después de tantos años en el Balonmán Lalín?
- Me quedo principalmente con las amistades, con la gente. Aquí lo que importa es, también, el aspecto social. Al final, el balonmano hasta es la excusa. Somos una gran familia, y se trata del grupo de gente con la que compartí toda mi vida. Yo me quedo con mis amigos del balonmano, que para mí son como mis hermanos a día de hoy.
- ¿Cómo vivió su último partido delante de la afición lalinista?
- Bien. Fue un partido con la temporada ya prácticamente acabada y, la verdad, estábamos sin opciones. Al estar tantos años jugando pienso que no fui consciente realmente de que era el último partido que jugaba delante de los seguidores del equipo. Las cosas fueron así, y tampoco le quiero dar demasiadas vueltas. Ahora me tocará dar un poco de ganancia trabajando en la barra de la cantina del club en el Arena. Se trata de ayudar de otra forma a este club.
