Javier Castro y Alberto López fueron protagonistas en septiembre de 2014 de una historia de miedo con final feliz. El jugador infantil se desplomó sin sentido sobre el terreno de juego durante un partido y consiguió salvar la vida gracias a la rápida actuación de su entrenador en el Callobre Club de Fútbol. En esa ocasión, Castro recibió elogios por su rápida actuación y sangre fría en un momento tan delicado y decisivo. Esa habilidad del entrenador estradense fue puesta a prueba de nuevo hace solo unos días después de que un jugador del equipo infantil que dirige en la Escola Estradense de Fútbol Base, Cristian Silva, se desplomase sobre el césped durante un entrenamiento. Al igual que hace dos años, todo terminó quedando en un susto, en gran medida gracias a la rápida actuación de Castro, que tuvo de nuevo que encargarse de la primera atención del jugador.

Según relató ayer el entrenador de la Escola Estradense, todo sucedió durante el entrenamiento del equipo B de los infantiles que dirige celebrado en el campo de San Martiño. Castro se encontraba dando las primeras instrucciones a sus pupilos, que ni quiera habían comenzado a correr. Tras girarse, vio como Cristian estaba desplomado sobre el suelo con convulsiones. "En un primer momento me vino a la cabeza lo sucedido la otra vez y lo puse en posición lateral. Sin embargo comenzó a ponerse morado y tenía miedo de que se estuviese ahogando, así que le metí los dedos para sacarle la lengua, igual que hiciera en el caso de Alberto. Tardó cerca de cinco minutos en reaccionar", relata el entrenador de la cantera.

En esta ocasión, Castro se vio arropado rápidamente por algunos de los padres que se encontraban en ese momento presenciando el entrenamiento, así como por el entrenador del equipo infantil A, Patxi, que procedió a llamar a la ambulancia. Cristian fue trasladado al hospital para someterlo a diferentes pruebas. "Le dijeron que se trató de un síncope pero que no se sabe de que le pudo venir. Puede haber muchos factores que lo desencadenasen", explicó Castro. "La otra vez hubo una causa-efecto pero en esta ocasión no. En el caso de Alberto sabías que era porque se había dado un golpe pero a Cristian no le había pasado nada. Íbamos incluso a hacer un ejercicio de remate de cabeza. Si llega a pasarle unos minutos después se le habría echado la culpa a eso", apuntó.

Castro agradeció que finalmente todo quedase en un susto y que su pupilo se recuperase en poco tiempo. "Cuando iba en la ambulancia me dijeron que tenía miedo e iba asustado pero cuando llegó al hospital ya comenzó a preguntar si podría jugar el fin de semana", explicó el técnico. Cristian incluso se acercó al entrenamiento de su equipo al día siguiente, aunque no participó por precaución.

El entrenador estradense también tuvo que acudir al ambulatorio tras el incidente, ya que el jugador le mordió la mano al querer sacarle la lengua. "Me mandaron porque tenían que ponerme antibióticos", explica un hombre cuya primera reacción fue plantearse la renuncia. "Pensé en dejarlo todo. En ese momento no quería volver a pisar un campo de fútbol ni volver a entrenar a niños. No me podía creer que me volviese a pasar a mí. Es muy complicado verse en esa situación", afirma incapaz de transmitir la angustia que pasaron tanto él como todos los niños, padres y entrenadores que había en ese momento en el campo de San Martiño.