Dice que tardará algún tiempo en bajarse de la nube en la que lleva desde que el pasado viernes lo llamaron para cubrir la baja de Sterbik en la Selección Española de Balonmano. Xoán Ledo viajará hoy a Lalín con la maleta llena de anécdotas y con la emoción de haber sido uno de los "Hispanos" campeones del mundo durante dos partidos amistosos internacionales. Junto a él, Román Pedreira también tardará mucho en olvidar la llamada del combinado nacional juvenil que, para no ser menos que los mayores, se despidió ayer con una victoria de tierras magiares.

- Supongo que lo de menos fue no llegar a jugar con toda una campeona del mundo.

- Por supuesto. Me dio igual no jugar porque estar ahí es algo impresionante para cualquiera que aspira a llegar a formar parte de un vestuario como este.

- ¿Cuando se enteró que entraba en la convocatoria de la selección absoluta?

- Me lo dijo Alberto Suárez cuando nos disponíamos a comer. En ese momento pensé en todo, incluso en que me estaban gastando una broma. Cuando me insistieron diciendo que, efectivamente, tenía que sustituir a Sterbik pensé que era una auténtica pasada.

- ¿Qué fue lo que más le gustó de compartir vestuario con tanto campeón del mundo?

- Lo que más me llamó la atención fue el buen rollo que tuvieron conmigo desde el primer momento. Algunos me daban las gracias por venir en plan gracioso. La verdad es que son muy buena gente y fue un auténtico privilegio para mi poder estar con todos ellos en estos días que pasamos en Hungría. Además, nos despedimos ganando, así que más no se puede pedir.

- ¿Se pudo quedar con la camiseta de la selección absoluta o tuvo que devolverla?

- Me regalaron la de Sterbik, con el dorsal 16, que me la quedo, claro. La voy a usar en los entrenamientos en Lalín porque me hace mucha ilusión. No pude hacerme con ninguna más porque el resto de jugadores tienen que devolverla al terminar estos partidos, aunque sean amistosos como los de estos días.

- ¿Cómo vio a su compañero de equipo Román Pedreira durante su estancia en Hungría?

- A Román lo vi muy bien durante los dos partidos que jugamos con la selección juvenil. Sobre todo, en el segundo partido donde yo, la verdad, debí parar más de lo que lo hice, aunque estoy contento con mi rendimiento personal. Román se supo acoplar muy bien con el resto de compañeros y jugó a un buen nivel contra un equipo húngaro que, la verdad, es realmente bueno en todas sus líneas.

- ¿Tiene ganas de volver a casa donde, seguro, será recibido como un auténtico héroe?

- Mañana (por hoy) partimos en avión para España y, después, cogeré el tren para Galicia. La verdad es que me apetece estar de vuelta en Lalín con mi familia y amigos para contarles todo lo bueno que pasé tanto durante la concentración que tuvimos en Guadalajara como lo sucedido estos días en Hungría. Es algo que no olvidaré jamás.

- ¿Qué le pareció jugar ante más de 12.000 personas en Fonix Sport Hall de Debrecen?

- Fue una pasada. Se nota que en Hungría viven el balonmano de una manera especial y es increíble como se vuelcan con su selección. Da gusto jugar en un pabellón así y con tanta gente en las gradas animando sin cesar a los suyos. Por eso tiene más valor aún poder vencer en una pista y en un país como estés. La experiencia ha sido muy buena para todos porque este tipo de cosas son las que te hacen crecer.