El Arosa se sobrepone a sus nervios

La era David López «Perú» en el banquillo del Arosa, sea o no provisional, comienza con un triunfo que rozó la épica después de una media hora inicial en la que el equipo mostró demasiados nervios y, sobre todo, errores groseros en defensa que le costaron dos goles. Sin embargo, lejos de hundirse, los arlequinados consiguieron resurgir, sobre todo en una segunda parte que se volvió loca, que pudo caer de cualquier lado, pero los tres puntos acabaron en Vilagarcía por su mejor eficacia ante el arco contrario. El triunfo permite a los arlequinados abrir una pequeña brecha con la sexta plaza, que ahora ocupa el Noia y centrarse en preparar su gran talón de Aquiles, conseguir vencer en casa.

Nada hacía presagiar, cuando se inició la primera mitad, que el Arosa iba a convertirse en un auténtico flan, especialmente en el apartado defensivo. De hecho, la primera ocasión del partido fue arlequinada y llegó en un servicio de Javi Pereira desde la derecha que Rivera remató demasiado flojo a las manos de Jorge Candal. En la otra portería, Álex vila se lucía al evitar el tanto tras una buena jugada del Polvorín. Pero llegó el minuto 15 y todo cambió. Un error en la salida del balón entreJavi Rey y Álex Vila acabó regalándole el balón a Maceira, lo que permitió al delantero del Polvorín abrir el marcador tras fusilar a Javi Vila.

El tanto fue una auténtica losa para los arlequinados, a los que les costó un mundo volver a tomar la iniciativa del juego ante un Polvorín que explotaba su velocidad y la calidad que se le supone a un equipo filial. Cuando todo apuntaba a que el Arosa se estaba reponiendo del golpe, llegó otro duro revés. Álex Vila no acierta a despejar un balón con el pie, dando una patada al aire, dejándole la portería vacía a Sobrido para que pudiese establecer el segundo.

Podía ser el hundimiento definitivo de los vilagarcianos, pero el equipo sacó fuerzas de flaqueza y comenzó a a cercarse a la meta de Jorge Candal. En una acción parado, hubo un disparo al palo y el rechace le cayó a los pies a Samu Santos. El central, en colaboración con un jugador del Polvorín, consiguió enviar el balón al fondo de las mallas en le minuto 42.

El regreso de vestuarios mostró a un Polvorín bien agazapado, que dejó que el Arosa le sometiese para intentar montar una rápida transición y finiquitar el encuentro mientras los visitantes recurrían al juego directo. Los arlequinados decidieron correr riesgos y el encuentro entró en una fase de ida y vuelta en la que cualquiera de los equipos pudo marcar. Sin embargo, el que lo consiguió fue el Arosa en el minuto 73. La acción nació en la banda izquierda en una jugada que finalizó con un disparo que rechazó Candal. El balón le cayó a Hugo Villaverde que no perdonó.

Ambos equipos se lanzaron a por el partido y Álex Vila se resarció con alguna buena parada de los fallos en los dos goles. Cuando el encuentro se encaminaba hacia sus últimos minutos, Pedro Bouzada inició una carrera en la que consiguió irse de varios jugadores hasta que resultó trabado dentro del área. El árbitro no lo dudó y señaló la pena máxima que Rivera ejecutó para certificar una remontada que puede marcar un punto de inflexión en la trayectoria errática que llevaba el Arosa en los últimos encuentros.

«Teníamos que creer en cambiar el resultado»

David López «Perú» se estrenó ayer en el banquillo del Arosa en un partido que comenzó mal, con dos goles encajados por sendos errores que «nos condicionaron la idea de juego inicial que teníamos». Sin embargo, «anotamos el gol y, en la segunda mitad, aunque ellos tuvieron alguna opción, fuimos mejores; estuvimos solidarios en defensa y el equipo trabajó mucho».Perú reconoce que el equipo «necesitaba una remontada como esta, donde se viese alguna situación de suerte para sacar adelante el partido». Insistía en que «estoy muy contento» y apuntó que, en el descanso se trabajó para levantar el partido. «Los jugadores tenían que darse cuenta de que, en deporte, estas cosas pasan, y que teníamos que creer en cambiar el resultado, debían tener fe». El técnico mantiene que «seguiré echando una mano donde me necesiten».