Gustavo César Veloso abre una nueva etapa dentro del mundo del ciclismo profesional después de más de dos décadas sobre la bicicleta. El Mortágua es el club que le ha abierto las puertas al mundo de la dirección deportiva y el de Bamio lo afronta con la misma dosis de ilusión y de esfuerzo.

–No ha tardado nada en cambiar las dos ruedas de la bicicleta por las cuatro del coche del director. ¿Cómo se prepara uno para esta nueva etapa?

–Lo primero con una ilusión innegociable. Si se me abrió esta posibilidad tan pronto será porque algo bueno ha quedado después de toda una carrera. Además de eso lo importante es tener una titulación, que en mi caso tengo desde hace años, y conocer el mundo del ciclismo. Con todo ello todavía tengo mucho que aprender porque otra cosa es la perspectiva del director. Me da respeto, pero no miedo. Tengo claro que cojo este trabajo porque me veo capacitado para ello.

–¿Qué fue lo que le cautivó de la propuesta del Mortágua?

–Sobre todo que es un equipo joven y de formación. Además tiene una filosofía de trabajo parecida a la que yo tenía como corredor. Me gusta el nivel organizativo y de gestión que tiene y el que los corredores tengan intercambio de opinión y comunicación constante con el club. Un poco lo que es mi ideal, pero con las limitaciones propias de un presupuesto ajustado.

–Allí se va a encontrar con antiguos compañeros, entre ellos el cambadés Ángel Sánchez. ¿Ventaja o inconveniente?

–Creo que es una ventaja. Son ciclistas que empezaron en el profesionalismo a mi lado. Esa labor de apoyo y consejo que yo tuve con ellos es la que ahora quiero que ellos tengan con los más jóvenes del equipo. Me pueden ayudar mucho en esa labor y serán un nexo importante. Continúan teniendo mi mismo respeto, pero es que ahora también son amigos y seguro que nos vamos a ayudar mutuamente.

–Tanta experiencia acumulada como ciclista debería ser la base de su modo de actuar como director.

–Evidentemente. La carretera es la mejor escuela. Pasé por las manos de muchos directores y sé perfectamente las virtudes que debe tener un buen director. Saber llegar a la cabeza del corredor es fundamental, así como la estructura organizativa. Tengo claro que el corredor tiene que estar preparado para tomar la mejor decisión en momentos puntuales de carrera. Pasé por eso muchas veces y es una parte muy importante del rendimiento. Un director sin sus corredores no es nadie y yo tengo que ser capaz de gestionar bien sus esfuerzos y darles una táctica adecuada.

–¿Cuál es la cualidad más importante que debe tener un buen director?

–Saber comunicar y convencer para ganarse la confianza y el respeto. El corredor debe creer en ti y para eso deben ver en esa figura a una persona que busca siempre lo mejor para el equipo y que cuando gana uno ganan todos. Para eso hay que buscar el equilibrio dando oportunidades a todos con la idea de llegar lo mejor posible a la Volta a Portugal. Pondré todo lo que tengo a disposición de los corredores. No hablo solo de lo deportivo, porque tienes que interesarte por la persona primero y saber como está su cabeza y su ánimo también en lo personal. Todo eso es tan importante como darle a los pedales. La cabeza manda siempre, y si está mal el cuerpo no responde.

–¿Cuál es el defecto que nunca quisiera cometer en su nuevo rumbo profesional?

–No ser imparcial. Me gustaría tratar siempre a todos los corredores por igual, aunque también quiero ser justo. En eso entra también en juego la actitud del corredor para que no todo dependa de su rendimiento. Lo que no voy a hacer nunca es mentirles. El día que tenga que decidir que corredores siguen y quienes no no esperaré nunca al mes de noviembre para hipotecarles el futuro. Por encima de los corredores, los equipos y los directores están las personas.

–Y todo enfocado al rendimiento en la Volta a Portugal.

–Es el objetivo ineludible para cualquier equipo en Portugal. Más del 50% de la repercusión pasa por lo que hagas en la Volta. Me daría por satisfecho si somos capaces de meter a un corredor entre los diez primeros de la general y ganar alguna etapa. Sé que podemos ganar etapas, pero no tengo corredores para disputar la general. Aun así, lo más importante va a ser hacer bien las cosas a base de trabajo bien hecho y de ganar presencia e imagen en cada etapa.

“Ernesto Falcón me echará una mano allá donde esté”

–Portugal se ha convertido en su hogar deportivo desde hace años, ¿pero se le pasa por la cabeza la posibilidad de dirigir a un equipo profesional en Galicia?

–Hoy por hoy es una posibilidad muy lejana. Primero porque habría que construir un equipo profesional en Galicia y luego poder ser su director. Si tuviese esa suerte bienvenida sería. De todos modos, y al igual que hice como corredor, yo estaré encantado de trabajar para quien sea, pero sin obsesiones. Eso es algo que te puede quitar del foco y llevarte por una dirección equivocada. Ahora me centro únicamente en mi nuevo trabajo con el Mortágua y en ser capaz de aportar mi visión del ciclismo a Portugal. Voy a intentar darle un aire diferente siendo capaz de cuidar más la parte humana, el trabajo mental y también el organizativo. Me encantaría aportar la manera de hacer que yo viví en equipos más grandes y con mayores ambiciones. Sé que me va a limitar el presupuesto, pero saber manejarse con lo que tienes también es un reto.

–Hace cuestión de días falleció Ernesto Falcón. Una persona estratégica en sus inicios en el Club Ciclista Cambados. Quizá su primer maestro para entender el ciclismo desde el otro lado.

–Era una persona increíble y me quedará para siempre la pena de no poder llevarlo en el coche en alguna carrera. Seguro que allá donde esté me va a echar una mano como siempre hizo. Él daba la vida por los corredores y era capaz de exigirte y hacerte reír a la vez. Un defensor del ciclista a todos los niveles que siempre tenía muy claras las prioridades. Pensé mucho en Ernesto estos días y lo voy a tener muy presente en esta etapa nueva para mí.