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Haciéndose hueco entre gigantes

Martín Fernández entrena a diario con el Monbus Obradoiro de Liga ACB

Martín Fernández Carballo. | // FDV

Martín Fernández Carballo. Ese es uno de los nombres que ayer figuraba junto a campeones del mundo, un número 2 del draft de la NBA o campeones de Europa en el acta del partido de Liga Endesa ACB que en la noche del pasado martes en Santiago entre el Obradoiro y el Valencia Basket.

Pues Martín Fernández Carballo es un joven vilagarciano de tan solo 18 años y 194 centímetros que ya forma parte de la dinámica de un equipo de élite del deporte que le lleva a intentar superarse cada día desde que comenzó su idilio con las canastas. Y es que el honor concedido por Moncho Fernández de formar parte de un partido de la segunda mejor liga de Europa es un premio y nunca un regalo. Un premio a una constancia, a un esfuerzo y a una perseverancia no exenta de talento que le ha situado en el lugar por el que todos han tenido que pasar antes de disfrutar de las mieles del éxito en el deporte profesional.

Siempre con la máxima en su actitud de que lo importante no es llegar sino mantenerse. Martín está empezando a ver la recompensa de haber aceptado la oferta del Monbus Obradoiro para incorporarse a su cantera. Con tal solo 16 años dejó su zona de confort en el CLB de Vilagarcía para apostar por la posibilidad de crecer en una rampa de lanzamiento como la compostelana. En su primer año en Santiago alcanzó la fase final del Campeonato de España de categoría júnior disputada en Zaragoza dejando constancia de su calidad contra algunas de las mejores escuelas de baloncesto del país.

La temporada pasada, ya en su primer año en categoría sénior, disputó la Liga EBA con el filial obradoirista siendo uno de los referentes del equipo con más de once puntos de promedio. Su buen hacer no pasó inadvertido para el cuerpo técnico encabezado por Moncho Fernández que le llamó a filas el pasado mes de agosto para aportar su buen hacer a la dinámica de la plantilla profesional.

Tras el lógico proceso de adaptación a la intensidad del baloncesto de élite, llegó incluso a disfrutar de la oportunidad de saltar a la cancha en amistosos ante el GBC San Sebastián y el Oporto, pero lo más importante es que seguía siendo requerido para entrenarse día a día y tener la oportunidad de seguir creciendo.

Y así llegó el pasado martes cuando fue incluido en la convocatoria de los 12 seleccionados para medirse al Valencia Basket. La lesión de Mike Daum le allanó el camino y, aunque no pudo saltar a la cancha, la enorme alegría de seguir dando pasitos hacia adelante ha servido para aumentar más, si cabe, su motivación y orgullo por batirse el cobre día tras día con una plantilla de tanta calidad y que tan buen inicio de liga está protagonizando como la del Monbus Obradoiro.

Con todo por delante, Martín Fernández tiene ahora el reto de consolidar su prometedora progresión. Siempre con los pies en el suelo y siguiendo a pies juntillas los consejos de sus padres, Martín y Mar, además de servir de espejo para muchos de los jóvenes vilagarcianos que juegan al baloncesto y entre los que se encuentra también su hermano Pablo.

Estudiante de la diplomatura de Relaciones Laborales, reconoce que conciliar la exigencia profesional y los estudios requiere de mucho empeño, pero precisamente eso es lo que le sobra para hacer de su sueño toda una realidad.

“Es un grupo humano espectacular”

Martín Fernández destaca además que el vestuario es increíble y forma un grupo humano espectacular: “Los entrenadores son geniales y aprendes cosas nuevas en cada detalle”. Sobre su integración a la dinámica del primer equipo, el escolta vilagarciano reconoce que “al principio fue duro. Físicamente es un cambio muy grande. Te enfrentas a cuerpos muchísimo más grandes de los que venías acostumbrado. Luego cogí el ritmo y fue todo mucho más fácil”. De la exigencia mental que requiere estar donde está también señala que “tenemos que estar concentrados en todo momento y Moncho Fernández nos pone las pilas a todos. Me exige como a los demás jugadores y el grupo me hace sentir como uno más. Luego doblo entrenamientos con el filial y hago como unos 10 entrenos a la semana y encantado porque estoy disfrutando muchísimo”.

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