Con más de treinta licencias y alrededor de 50 personas -incluyendo niños de 8 años- practicando piragüismo bajo el amparo del Depornautic, el club está realizando un auténtico ejercicio de supervivencia. Fundado en 2016 tomando el testigo de la antigua sección del Liceo Casino, el club arrancó con solo seis piragüistas. El buen hacer de los técnicos y la directiva hizo que fuese reviviendo la práctica de este deporte en Vilagarcía.

Un acuerdo alcanzado con la Autoridad Portuaria, le permitió contar con una vetusta nave en la que, por contrato, tienen que hacerse cargo también del mantenimiento a cambio de un alquiler que supera los 400 euros mensuales y que es una asfixia económica. David Baños reconoce que "la instalación da pena, asco y vergüenza. Pedí incluso alternativas en forma de una caseta para guardar material en otra zona como la playa, pero nada de nada. Yo entiendo a los padres que nos dicen que en esas condiciones no quieren que sus hijos hagan piragua".

Solo la labor altruista de los técnicos, permite la subsistencia de un club que no tiene maniobrabilidad para poder pagarles por su actividad. "Estaremos eternamente agradecidos a Jorge y a Juan, pero es que el poco dinero que nos queda estamos obligados a invertirlos en material para entrenar y competir".

Incluso reconoce el presidente respecto a su petición de una nueva sede que "hace muchos meses que me reuní por última vez con el Concello y seguimos exactamente en el mismo punto casi un año después, sin saber nada".