El Estradense dio ayer la sorpresa en A Lomba al llevarse los tres puntos ante un Arosa que estuvo romo en ataque y excesivamente fallón en defensa. Los dos goles del conjunto de A Estrada fueron fruto de otros tantos errores de la zaga arlequinada, que mostró piernas de flan en más de un lance.

El público acudió al campo esperando un triunfo del Arosa que borrase el mal sabor de boca del domingo pasado en Ourense y consolidase las buenas sensaciones de hace quince días contra los cachorros del Lugo. Y los primeros minutos, en efecto, respondieron a ese guion. Apenas habían pasado unos segundos del pitido inicial cuando Jorge Sáez le hizo un sombrero a su marcador en la derecha del área y se puso a unos metros de Coke, que logró despejar el balón cuando media grada cantaba ya el primer gol. Poco después, Manu Rodríguez volvió a encender al público con un tiro desde la frontal del área tras un pase de Coti, que estaba haciendo agujeros en la defensa del Estradense por la izquierda.

En apenas un cuarto de hora, los vilagarcianos tuvieron cuatro ocasiones, que sin ser muy claras eran una buena declaración de intenciones. Entre tanto, los del Tabeirós, que ayer jugaron con su segunda equipación, blanca y negra, se atrincheraron y se dispusieron a sufrir. Aparentemente, la tarde iba a ser muy larga y sus bazas pasaban por robar la pelota y correr.

Pero al Arosa le faltaba pólvora, y aunque tuvo media docena de acercamientos al área rival en la primera media hora, tampoco fueron realmente peligrosos. A partir de ese momento, el Estradense comenzó a enseñar tímidamente los dientes, y en el minuto 30 Borja Míguez le gana la espalda al defensa arosista tras un balón bombeado y está a un palmo de enganchar la pelota y de plantarse solo frente a Manu Táboas. La jugada terminó en córner, pero era un aviso de que la defensa local estaba más temblorosa de lo conveniente.

Con una temperatura que rondaba los 30 grados, y los jugadores abrasándose sobre el césped, el árbitro mandó parar el partido a la media hora para que pudiesen beber. En la reanudación, el Estradense se reivindicó con un par de aproximaciones más voluntariosas que efectivas, y en el 35 el joven visitante Pablo Porrúa se golpea fortuitamente en la lucha por el balón con un arosista y se lesiona en la rodilla, por lo que tiene que abandonar el césped llevado en volandas por un futbolista de cada equipo. A falta de que se le practique una resonancia, en su club temen que pueda haberse dañado los ligamentos.

Los últimos minutos de la primera parte siguieron siendo de los de Alberto Mariano Estévez, un equipo recién ascendido que se había desplazado a Vilagarcía con la lección bien aprendida. Y la estaban poniendo en práctica a la perfección, con un Arosa que quería pero no podía en ataque, y que en defensa titubeaba en exceso.

La primera mitad terminó en tablas, pero con la sensación de que al volver de vestuarios, tarde o temprano el talento individual y colectivo del Arosa serviría para encontrar una rendija en la defensa visitante y poner las cosas en su sitio.

Lo que sucedió, sin embargo, fue todo lo contrario. Muchos aún no se habían sentado de nuevo cuando Borja Míguez cazó un balón que Coti despejó mal de cabeza y se metió en el área como un obús. Los zagueros locales intentaron pararle, pero Míguez mantuvo la pelota a trompicones y logró empujarla al fondo de la red. El Estradense se adelantaba en el marcador, y el público se frotaba los ojos.

Rafa Sáez metió una marcha más a los suyos, e hizo un doble cambio en el minuto 60, sacando a Rober y Martiñán, al tiempo que Peter se ponía en el centro del ataque. En efecto, empezaron a llegar ocasiones claras, con tiros desde dentro del área, pero el meta estradense, Coke, sacó con sus estiradas hasta tres balones que bien pudieron ser gol. Los vilagarcianos no desistieron y Martiñán tuvo el empate en el 69 al quedarse solo ante Coke y picarle el balón, pero el meta le leyó la mente y logró despejar.

No obstante, poco le duró al Arosa la gasolina, porque en el minuto 73 un nuevo fallo en defensa remataría a los arlequinados. El defensa Iago Martínez intentó devolver al campo rival un balón largo, pero marró en el despeje, y Borja Míguez estuvo rápido como un lince para ganarle en velocidad y colarse en el área vilagarciana por la derecha. Cuando ya encaraba a Táboas, Iago le derribó, y el árbitro pitó penalti sin dudarlo.

El propio Míguez se encargó de transformar la pena máxima, con un tiro bajo por la derecha. Manu Táboas le adivinó las intenciones, pero su estirada fue insuficiente.

Con 0-2 en el marcador, y poco más de un cuarto de hora por delante, quien más quien menos en A Lomba se hizo a la idea del inesperado traspiés arosista. Pudieron cambiar las cosas en el 80, cuando el local Peter cayó derribado en el área, pero el árbitro ni siquiera apreció falta.

Desde ese momento, los ataques del Arosa fueron más bien un acto de fe. En la grada se escucharon algunos silbidos, y Míguez, que fue un auténtico diablo para la retaguardia local, incluso perdonó un clarísimo 0-3.