Hace un cuarto de siglo, las cenizas del antiguo club de piragüismo de Ribadumia sirvieron como base para el nacimiento de otra entidad, el Náutico O Muiño. Aquel club nacía en un lugar con escasa lámina de agua, sin apenas vínculos con este deporte, pero cargado de ilusión para, con el paso de los años, ir creciendo hasta convertirse en una de las entidades más importantes de Galicia, especialmente, en las categorías inferiores, donde se forjan los campeones del futuro.

Como primer presidente, el club contó con Rafael Louzán, que se rodeó de algunos de aquellas personas que, en los años 70 dieron las primeras paladas. Una de ellas es el actual presidente, José Manuel Vázquez Núñez, que todavía recuerda como comenzó a practicarse en Ribadumia el piragüismo. "Mi hermano había construido un par de piraguas de madera y eso fue lo que nos llevó a lanzarnos al piragüismo", explica. Era el año 1969, y aquella aventura, que se desarrolló bajo el nombre de Muiño, duró una década en la que los palistas tenían que luchar con piraguas que pesaban entre 20 y 25 kilogramos y que resultaba complicado mover. Tras esa década, en se hicieron cuatro o cinco descensos del Umia y se peleó por participar en varios campeonatos nacionales, el club acabó desapareciendo por diferentes circunstancias. Sin embargo, siempre quedó en el aire ese gusanillo que deja el deporte de la piragua. Ésta regresaría hace 25 temporadas y los éxitos no tardarían en llegar. La primera medalla llegaría de la mano del técnico actual de la entidad, José Manuel Vázquez Navia, que lograba en 1996 un bronce en el Descenso del río Lérez. Nombres como Manuel Ángel Oubiña o Adrián Pazos Noya comenzaron a situar al equipo ribadumiense en lo más alto del podio, un trabajo que acabaría ofreciendo sus frutos en 2007, cuando Lidia Martínez conseguía la primera medalla internacional. Fue en la Copa del Mundo de Maratón disputada en Crestuma (Portugal) con el K-2 júnior.

A partir de ese momento, el crecimiento fue exponencial, primero con la consecución del hito más importante de su historia, la medalla olímpica de Carlos Pérez "Perucho". El de Aldán eligió Ribadumia para preparar las Olimpiadas de Pekín donde lograría el oro en el K-2 500 que formaba con Saúl Craviotto. El logro de Perucho fue la punta del iceberg de ese año, ya que otros dos palistas criados en el seno de la entidad de Ribadumia, Paulino Otero y David Maquieira lograron clasificarse para el Campeonato de Europa Júnior de Zagreb, regresando con tres medallas.

Prácticamente desde ese año, el club siempre tuvo a alguno de sus integrantes en el equipo nacional y en el Centro Galego de Tecnificación Deportiva (CGTD) de Pontevedra. A los nombres de Paulino Otero y David Maquieira no tardaría en unirse el de Borja Bejo, y los más recientes de Manuel Fontán, María Pérez Aragunde y Lúa Cubiellas, que garantizan el futuro de la entidad.

Pese a no contar con una estructura profesionalizada, la entidad cuenta con un centenar de fichas federativas, la mayor parte pertenecientes a las categorías más bajas de la base, una muestra del trabajo que ha desarrollado durante estos 25 años de vida.