Cuatro derrotas consecutivas y diez goles encajados en dos partidos son mucho castigo para un Ribadumia que, ayer, fue una sombra de si mismo desde que encajó el empate hasta que, en un ataque de amor propio de los jugadores, consiguió encerrar a un rival muy solvente y con mucha calidad. Los aurinegros nunca se sintieron cómodos sobre el césped de A Senra, y eso lo acabaron pagando de forma muy cara, con un castigo que tendrán que analizar en profundidad.

El inicio del encuentro estuvo cargado de dificultades para el Ribadumia, con un Polvorín tratando de hacerse con el balón a través de una presión muy intensa en el centro del campo. Los aurinegros estaban incómodos ante un rival que dejaba destellos de la calidad que atesora todo filial, aunque no le llegaba para crear ocasiones claras de gol ante la portería local, defendida por Roberto Pazos.

Pese a ello, el Ribadumia fue el que gozó de la primera ocasión clara, y Fran Fandiño no falló. La jugada nació en un cambio de orientación hacia la banda izquierda, donde Monchito recortó antes de centrar al corazón del área, Hugo Soto, en lugar de rematar vio el desmarque de ruptura de Fran Fandiño y le cedió el balón para que el medio centro aurinegro fusilase a Javi Liz.

El partido poco cambio ya que el Polvorín no acusó el golpe, es más, no tardaría en encontrar el empate, en una jugada por banda izquierda. La subida de Pablo Rey finalizó con un centro al corazón del área, donde un toque en semifallo de Rayco permitió superar a Roberto Pazos y que Antón remachase sobre la línea. Fue la antesala del golazo de Morais que serviría para remontar el partido. El interior del polvorín recogió un balón en una esquina del área y soltó un disparo que se coló por la escuadra contraria de la meta local sin que Roberto Pazos pudiese hacer mucho más que observar su trayectoria.

En tan solo tres minutos, el Ribadumia se veía por debajo en el marcador y trató de dar un paso adelante, pero con escaso éxito, más allá de un disparo lejano de Fran Fandiño que se fue por encima del larguero. Sí tuvo la ocasión el Lugo de ampliar su ventaja en una jugada de Antón que Morais no supo rematar cuando se encontraba totalmente solo en el segundo palo. Aunque el dominio del balón era local, las ocasiones las ponían los visitantes, como en el minuto 39, en una incursión de Javi Rey que obligó a Roberto Pazos a adelantarse a un delantero rival.

La primera mitad finalizó con la lesión del Local Fran Matos y con una falta directa de Rayco que se fue rozando el larguero de la portería defendida por Roberto Pazos.

La segunda mitad comenzó con un Polvorín bien plantado sobre el terreno de juego, mientras el Ribadumia no encontraba su juego de toque habitual. Las mejores sensaciones que estaba dejando el Polvorín se vieron recompensadas con un penalti por derribo de Alberto Rey a Javi Rey. Antón no falló desde los 11 metros y ampliaba la ventaja visitante.

Luis Carro movió el banquillo, dando entrada a Cerqueiras, que reaparecía tras lesionarse en el primer partido de liga. El objetivo era buscar una profundidad en banda de la que carecían los aurinegros y tratar de reducir la ventaja. Sin embargo, pronto se encontrarían con un nuevo tanto en contra en el minuto 61. Una pérdida de balón en el centro del campo permitió a los visitantes armar una contra que finalizó con un pase al hueco de Antón que dejó a Javi Rey totalmente solo ante Roberto Pazos. El media punta lucense resolvió con sangre fría para anotar el cuarto ante la salida del meta local y cerrar el partido.

Pese a que sacar algo positivo parecía una quimera, el Ribadumia intentó tirar de orgullo y, por momentos, llegó a embotellar al Polvorín en su área, aunque con escaso resultado. Es más, los lucenses gozaron de alguna contra en la que pudieron ampliar su ventaja de haber estado más acertados en el pase.

La insistencia del Ribadumia tuvo premio en el minuto 80, cuando Hugo Soto cazó un balón en el área y fusiló a Javi Liz para anotar el segundo. El delantero aurinegro tuvo el tercero poco después, pero Javi Liz salió con mucho acierto a sus pies para arrebatarle el balón.

El Ribadumia se lanzó hacia arriba y comenzó a tener ocasiones, como un disparo de Miguel Vázquez a la salida de un córner que acabaría sacando un defensa bajo palos.

El partido se convirtió en un monólogo aurinegro, con constante sensación de peligro, pero cada centro, cada pase filtrado, siempre encontraba un pie o una cabeza rojiblanca para rechazarlo, Soto peleaba cada balón hasta la saciedad y pudo anotar el tercero en un zapatazo en el descuento que se acabó escapando tras rozar la cruceta.

Todo ese esfuerzo se quedaría sin recompensa en el 93 en un despeje en largo del portero visitante, con todo el equipo local volcado sobre su área, Juan consiguió irse en velocidad sin que nadie del Ribadumia lo frenase, se plantó ante Roberto Pazos y lo fusiló para anotar el quinto justo antes de que el árbitro pitase el final del encuentro.