España saltó al campo destemplado. Como si aún escuchara los ecos del affair Florentino-Lopetegui-Rubiales, un guion parecido a Infiltrados, con agentes dobles, espías y secretos por revelar. Portugal saltó con el machete y la guía para la supervivencia. A los dos minutos ya había dado el primer zarpazo. De Gea recibió el tanto más madrugador de la historia de España en los mundiales.