Si el temor era que el terremoto de la previa rompiera el influjo, la prueba parece superada. España fue la de siempre. Con la pelota, con el ejército de centrocampistas, futbolistas nómadas sin puesto fijo. Con dos centrales de categoría y con un par de novedades. Una, que esta España tiene nueve. Otra, que las dudas se ciernen sobre la portería. El resumen de un partido con decenas de historias cruzadas es que la selección jugó bien, atacó mejor que defendió y respondió. Lo evitó Cristiano. Pero Cristiano solo hay uno. Y errores como el de De Gea es difícil que se repitan. Un empate sobre el que construir y prevenir riesgos futuros en la fase de eliminatorias.