No estaba el Xuven para milagros y el Granada se encargó de corroborarlo ayer en su Palacio de los Deportes en medio de un sensacional ambiente de baloncesto. El equipo de Chiqui Barros completó un digno papel de herido de guerra a la espera de batallas más asequibles ante el potente escuadrón nazarí, líder de la categoría y máxima referencia para lograr el ascenso a LEB Oro.

Desde el primer momento los cambadeses plantearon un partido de resistencia. De trampas tácticas con las que confundir a su rival y exponerlo a una cuestión de más lectura que intensidad física. La defensa mixta sobre Manu Rodríguez frenó los ataques granadinos y dio alas a las todavía piernas frescas de los amarillos (6-9). No sería esa la última ventaja visitante, sí lo fue un 11-13 culminado por un Juanchi Orellano que estaba obligado a generar siempre las primeras ventajas en el ataque de los suyos.

El primer gran tirón en el marcador de los de Pablo Pin llegó a continuación con un parcial de 18-0 que llevó la ventaja a un 29-13 después de ocho minutos en los que el Xuven no fue capaz de anotar ni un solo punto. En ello también cabe señalar que la confianza en los lanzamientos fue en descenso después de varios errores en situaciones de alto porcentaje. Una cuestión que unida al abrumador dominio del rebote en su tablero de los locales, dejó a los de Chiqui Barros con apenas munición para detener la avalancha local.

Jeff Coby se convirtió en el único jugador que fue capaz de anotar con regularidad en la primera parte. Ocho de los 19 puntos de su equipo a la llegada del descanso llevaron la firma del jugador con pasaporte haitiano. El desacierto desde la línea de tres puntos tampoco estaba ayudando lo más mínimo a que la fe en darle la vuelta al marcador se mantuviese íntegra.

La segunda parte empezó con un guión muy similar. El Xuven buscaba proteger su zona defensiva concediendo más espacio en el perímetro, pero el 48% en triples de los granadinos estaba dificultando la empresa. Además, lo reducido de la rotación -cabe recordar que Yago Estévez no saltó ni a la cancha por lesión- tampoco daba lugar a un sobreesfuerzo mayor, lo que convirtió la segunda parte en un paseo triunfal de los andaluces hacia un resultado que solo dejaba como incógnita la diferencia definitiva.

Con Juanchi Orellano cada vez más cansado, un Samuel Barros sorprendentemente frenado en ataque y sin la posibilidad de endurecer el partido defensivamente, fue la pareja interior formada por Coby y Poyatos la que asumió la producción anotadora en un partido que fue consumiéndose en medio de la impotencia amarilla a la hora de poder evitar el peso de la lógica.

La fatalidad, mucho más allá del resultado, fue el esguince de tobillo que sufrió Pablo Villarejo con el partido ya decidido y que, a la espera de evolución, compromete su presencia en el importante partido del próximo domingo en O Pombal ante Morón.