El San Pablo Burgos se presentaba en Vilagarcía como la Cenicienta del torneo EncestaRías. Recién llegado a la ACB, el equipo de Diego Epifanio no entraba en las quinielas para llevarse la tercera edición del torneo, pero tras superar al Joventut en las semifinales, se plantó en la final con Obradoiro. Los burgaleses fueron a remolque durante todo el partido, pero siempre sin dejar que los de Moncho Fernández consiguiesen una ventaja infranqueable, hasta que dio el hachazo en los últimos instantes, gracias a un triple del lituano Gailius, que igualaba la contienda (79-79) a falta de 37 segundos. El propio Gailius, con 23 segundos por delante, le daba la vuelta al marcador con dos tiros libres, una ventaja que ampliaría Barrera tras el fallo de Thomas en un tiro de tres puntos.

Nada hacía presagiar ese desenlace en el inicio del encuentro. El Obradoiro salió en tromba a por el partido, sobre todo con un inspirado Thomas, que anotó tres triples prácticamente consecutivos en el primer cuarto, con Radovic y Laksa como colaboradores necesarios.

Pese a la intensidad del Obradoiro, los hombres de Diego Epifanio resistían y no le perdían la cara al encuentro. Tal es así que finalizaron ese cuarto con tan solo un punto de desventaja. El segundo cuarto fue menos vistoso, con ambos equipos más centrados en tareas defensivas y provocando los errores del rival. En ese juego, el Obradoiro parecía salir beneficiado, llegando a colocarse siete puntos arriba (40-33) poco antes del descanso. El regreso de vestuarios, los compostelanos, espoleados por el numeroso público que se desplazó desde Santiago, intentaron romper el encuentro. Dos triples consecutivos de Radovic y Laksa conseguían la máxima ventaja de los de Moncho Fernández (55-46). Pero el Burgos no se vino abajo. Supo aguantar y esperar su momento. Inició el último cuarto siete puntos abajo, pero un triple de Álex Barrera y un palmeo de Deon Thompson igualaban la contienda contra pronóstico. David Navarro, uno de los mejores de Obradoiro, conseguía situar el marcador en 79-76 a falta de 44 segundos. Fue en ese momento cuando surgió la figura del lituano Deividas Gailius, que hasta ese momento, estaba completando un partido bastante discreto. Su triple, que igualaba el partido, y su frialdad a la hora de lanzar los tiros libres, con toda la presión del público, acabaron decantando el partido.