Los goles en Vilagarcía ya no se meten solo con los pies. El EncestaRías Balonmano se ha convertido en la puerta abierta al deporte en Vilagarcía con Carril como base de operaciones. Un nuevo club que, de momento, con un solo equipo en la categoría alevín mixto ha sido capaz de volver a dar forma al vínculo que siempre existió históricamente con el balonmano.

Faltaba alguien que se atreviese a dar el primer paso en la lucha por recuperar un sello deportivo que siempre hubo en Carril y ahí Javier Luengo desempeñó un papel fundamental. Extremeño de cuna y carrilexo de adopción, tuvo que reducir su relación con el deporte que siempre practicó por cuestiones laborales. Atrás habían quedado años de jugador en Plasencia, Salamanca y Meaño, así como de entrenador en el Rasoeiro O Grove y el Asmubal además de en la Federación Gallega. Conocedor de la honda tradición existente en Carril fue barruntando la idea de crear una escuela de balonmano, pero le faltaba un espaldarazo definitivo y lo encontró en la Asociación Deportiva y Cultural EncestaRías.

Los promotores del Torneo ACB que se celebra en Fontecarmoa cada mes de septiembre prestaron el abrigo administrativo necesario para darle forma legal a la iniciativa y así nació el EncestaRías Balonmano Vilagarcía el pasado verano. Entonces empezaría la parte más complicada la de la captación, pero Javier Luengo no se arredró y acudió a los colegios de A Escardia y Carril para entrevistarse con los profesores de Educación Física y realizar una sesión de iniciación al balonmano.

Los niños quedaron emplazados a acudir al pabellón de Carril los lunes y viernes a las 16.00 horas para seguir disfrutando de la experiencia y a aquella primera convocatoria acudieron solo cuatro niños. Fue la primera sesión de entrenamiento del EncestaRías Balonmano y, a la postre, el principio de una ilusión que se fue transmitiendo gracias al buen trato recibido. "Desde el primer día la idea es que los niños se lo pasen muy bien y descubran un nuevo deporte. Ellos mismos fueron los que llamaron a más niños a venir y participar porque querían tener compañeros para jugar al balonmano y así, poco a poco, se fueron apuntando más", explicó Luengo.

La Federación Gallega también contribuyó a que la idea saliese adelante regalando balones para seguir alimentando la ilusión de unos niños que acabaron conformando un equipo federado dos décadas después del último que hubo en Vilagarcía.