Victoria necesaria, convincente y tranquilizadora la lograda por el Ribadumia. Tres puntos que separan un poquito a los aurinegros de la zona maldita de la clasificación ante un rival que llegaba con cero puntos al campo de A Senra y que, afortunadamente para los intereses locales, se fue como vino.

Quedó claro desde el comienzo que puntuar era la obsesión de ambos equipos. Diferentes eran los argumentos expuestos para hacerlos. Los visitantes, con una línea de cinco defensas, buscaban en la velocidad su camino hacia el gol, mientras que el Ribadumia hacía de la posesión del balón y la movilidad de sus jugadores la mejor y más efectiva réplica.

La conexión Camiño-Changui no tardó en dar en la diana. El de Boiro definió con la maestría habitual un perfecto servicio del vilagarciano cuando solo iban siete minutos de partido. El escenario ya era el ideal para los locales. Más aún porque los coruñeses no variaron un ápice su planteamiento. La única espina es que se desperdiciaron varias posibilidades de reducir aún más la incertidumbre del marcador. Hugo y Changui tuvieron las mejores, pero faltó la guinda.

El reaparecido Miguel Vázquez, tras su partido de sanción por tarjetas, sería el que se citase con el gol. Fue con un autoritario testarazo en el segundo palo a falta lateral botada por Camiño. Poco antes el Órdenes, por medio de Fran Monroy, desperdició una clara oportunidad para hacer el empate.

El 2-0 obligó a los visitantes a modificar el dibujo, pero los repliegues defensivos se convertían en una autopista hacia la portería rival para los de David Sierra. Los riesgos que asumían los de Jaime Sánchez hacían mucho más plácido el camino hacia el triunfo por parte de un Ribadumia que, tras una excelente maniobra de delantero centro, temporizó en la salida de su equipo para luego habilitar a Adrián Camiño para que este hiciese el 3-0. Tal era la superioridad que ni la lesión de Rafa en el minuto 80 tuvo trascendencia en el marcador pese a pasar a jugar con diez.