Baloncesto en silla de ruedas
La persistencia de un legado
Julio Vilas y Vicky Vilariño, canteranos del Amfiv, han regresado del Europeo con sus respectivas medallas de oro y bronce

Las selecciones masculina y femenina celebran sus medallas. | BSR España

Ha desaparecido el Amfiv, orgullo y pesar vigués, del calendario de la Superliga BSR. Ha enmudecido el pabellón de Bouzas, que en la placa del vestíbulo recuerda al fundador del club. Pervive el legado de Pablo Beiro, sin embargo, y se prolonga. Resiste la actividad de la escuela y en el escenario internacional triunfan sus hechuras. Ahí está Julio Vilas, campeón europeo. Ahí, Vicky Vilariño, con su bronce.
Lo han calculado José Carlos González y Manolo Veiga, amigos del alma de Beiro y sus socios en la aventura. En la final del Europeo masculino de baloncesto en silla, que se ha disputado en Sarajevo, se hubiera podido conformar un quinteto legal (por debajo de los 14 puntos en la catalogación de la discapacidad) con ex del Amfiv: el gondomareño Julio Vilas, el ferrolano Manu Lorenzo y el mexicano nacionalizado Lalo Prieto en las filas españolas; Abdi Jama y Oscar Knight, en las británicas. E incluso con entrenador apropiado, el jerezano Abraham Carrión.

Julio Vilas, ante Bosnia. / BSR España
Ha ganado España por 69-72. Completa así un torneo impecable: 84-41 a Austria, 56-55 a Turquía, 79-54 a Polonia, 99-39 a Bosnia, 65-61 a Alemania, 63-55 a Países Bajos, 84-50 a Italia. Es su primer título continental. Había perdido tres finales (París 1995, Wałbrzych 2019 y Rotterdam 2023) y siempre contra Gran Bretaña. «Ha sido impresionante», resume Vilas. «En diciembre, cuando empezamos este nuevo ciclo, el objetivo, que sigue siéndolo, eran los Juegos de Los Angeles. A priori nadie nos daba en las quinielas para estar entre los cuatro primeros en este Europeo. Es el resultado de ser una piña, un grupo sensacional, todos a una haciendo caso a las órdenes del cuerpo técnico».
Una nueva generación brillante
Vilas, en máxima categoría desde 2003, asomándose a los 40 de edad, figura entre los veteranos. «La mezcla con los jóvenes ha salido muy bien. La nueva generación tiene cualidades fuera de lo normal», elogia. «Compiten sin miedo a nada. Estos chicos nos darán muchas alegrías».
También él espera seguir recolectando felicidad. «Si me hubieran anunciado hace años que sería campeón de Europa, me habría parecido un sueño. Solo doce jugadores españoles pueden decirlo», confiesa. Con el Amfiv ya había conquistado la Challenge Cup de 2017. Han sido meses contradictorios para él, entre la amargura de la desaparición del equipo y la dulzura de una selección no siempre propicia. De los Juegos de París quedó excluido en el último corte. «Lo he encajado como una liberación. El sacrificio de estos años ha valido la pena».

Vicky, ante Francia. / BSR España
Vilas reposa brevemente en casa. Pronto partirá hacia Gran Canaria, por cuyo representante ha fichado. «Intentaré disfrutar y poner mi sello». La viguesa Vicky Vilariño, su viaje compañera, se ha instalado en Elche. Ella abandonó el Amfiv ya hace años. Se mudó primeramente a Ferrol y luego a Murcia. Ingenieria de profesión, neófita en la halterofilia, flirteó con la idea retirarse del baloncesto en 2024. Se concedió una última cabalgada en Elche, al que ha contribuido a ascender de Segunda a Primera. Ha renovado. «Estoy comprometida al cien por cien. Nuestro objetivo será la permanencia. A final de temporada tomaré una decisión sobre mi continuidad en función de cómo haya respondido mi cuerpo», anticipa a sus 43.
La maquinaria, de momento, carbura. No ha sido menor la importancia de la medalla de bronce de la selección femenina,que se asegura una plaza en la repesca para el Mundial de Canadá 2026. Vicky ha contribuido a enderezar una trayectoria más atribulada que la masculina: derrotas ante Gran Bretaña (18-47) y Países Bajos (44-75), victoria sobre Francia (62-24), derrota ante Alemania (46-57) y nuevamente ante Países Bajos (46-76), segunda victoria sobre Francia (57-31) y revancha ante Alemania (66-55) para subir al podio.
«La preparación había sido intensa en cuanto a días de concentración, pero no habíamos podido competir en torneos. No éramos conscientes del nivel al que estábamos. Lo sufrimos en los primeros partidos», analiza Vicky. «Cogimos confianza y pusimos en práctica lo trabajado a medida que fue avanzando la competición. Nos quitamos la presión de un inicio tan errático. Contra Alemania se vio todo nuestro potencial».
Veteranas necesarias
También el combinado femenino ha calcetado camadas, pero aún está tierna la transición. «Ese cambio generacional es muy bonito de ver, pero le tenemos que dar tiempo», advierte. «Las chicas aún no están para caminar solas. Las debe acompañar ese grupo de veteranas en el que me encuentro. Están muy comprometidas con el deporte y nos han aportado en todas las facetas. Sin ponerles presión, darán mucho que hablar».
Ella, por su parte, sabe apreciar el valor de ese bronce «tras un verano muy exigente en cuanto a la disciplina, con pautas de entrenamiento cada día. La medalla ha sido muy gratificante y pone en valor este esfuerzo».
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