fútbol | Primera División
El Barça se derrumba en Sevilla
El equipo barcelonista, tras una actuación desastrosa, pierde el liderato en favor del Real Madrid tras sumar su primera derrota en la Liga ante un totémico conjunto andaluz

Cubarsí y Pedri intentan arrebatarle el balón al sevillista Akor Adams. | Julio Muñoz
francisco cabezas
Robert Lewandowski hizo el saltito de la rana y tiró el penalti fuera ante ese héroe homérico de nombre Odisseas que defiende la portería del Sevilla. El error del polaco de 37 años y un tiro de canario del jovencito Roony culminaron la desastrosa tarde del Barça en el Pizjuán. El equipo de Flick, además de perder el liderato en favor del Real Madrid tras su primera caída en la Liga -y que llega tres días después de su primera derrota en la Champions-, evidenció que ya se deshilacha ante rivales que conocen dónde están sus costuras. En el fútbol de nada sirve mirar atrás si no reparas en que el precipicio está frente a tus narices. Carmona y Adams, con sus goles en el crepúsculo, convirtieron el triunfo sevillista en azote inconcebible para el Barcelona.
Protagonizó el Barça de Flick un encuentro horroroso, el peor de su era, y donde las deficiencias tácticas retozaron con los errores individuales. Matías Almeyda, que está recuperando la competitividad de un Sevilla que pretende dejar atrás sus miserias institucionales, no tuvo más que copiar el planteamiento con el que Luis Enrique salió victorioso de Montjuïc el pasado miércoles. Y ahí Flick no estuvo bien, porque le costó un mundo reaccionar a un plan que ya sabía de qué iba.
Organizó el Sevilla una guerra de guerrillas en el centro del campo con un triple marcaje individual a los sufridos centrocampistas del Barça –Pedri se desesperaba, De Jong trotaba, Olmo, una vez más, se esfumaba– y echó a volar por los costados. Koundé parece otro cuando no tiene a Lamine Yamal a su vera -todo es peor sin él-, y Gerard Martín poco más puede hacer que salvar los desaguisados que no le competen. Como los de Ronald Araujo, quien se quedó con la titularidad de quien venía siendo el líder de la defensa –Eric García– y demostró que su fútbol al límite jamás casará con la cordura.
No había dado una a derechas el Barça antes de que Carlos del Cerro Grande, responsable esta vez del VAR, corrompiera una vez más la lógica de un videoarbitraje todavía condicionado por el ansia de intervencionismo de quien pone el ojo. Mandó Del Cerro Grande a Alejandro Muñiz Ruiz, el árbitro principal, a que revisara un presunto derribo de Araujo a Isaac en el área. Si bien el uruguayo está más acostumbrado a defender con los brazos que con la cabeza, no hubo manera de apreciar que la acción mereciera el castigo del penalti. Isaac, pillo, había procurado también que sus piernas se enredaran con las de su rival. Qué más da. La pena máxima cayó, y Alexis Sánchez, aquel ‘tocopillano’ ya de 26 años que a punto estuvo de conceder una Liga al Barça la tarde en la que el Atlético de Simeone se proclamó campeón de Liga en el Camp Nou, aprovechó el penalti.
En cualquier caso, por entonces el Sevilla ya estaba jugando de fábula y el Barça deambulaba sin rumbo, sin saber qué hacer. Porque los andaluces cercenaban todo intento de circulación en la garganta del campo. Y porque, sin Lamine, Raphinha ni Fermín, ni había desequilibrio ni había colmillo. Lewandowski fue un espectro clavado en la nada, y la cosa no mejoró algo hasta que Rashford, el mejor delantero barcelonista, le dejó la derecha a Ferran para irse a la izquierda.
Suerte tuvo el Barça de que Isaac Romero, con el pie torcido, falló hasta tres veces ante Szczesny. No hubo una cuarta. Koundé, pésimo en la tarde sevillana, fue arrasado por Suazo sin que el árbitro tuviera nada que decir. Rubén Vargas salió como un avión, e Isaac, esta vez sí, puso recta la bota para tomar el 2-0.
Hizo pensar Rashford a su equipo que otro desenlace sería posible. Un espejismo. Empalmó a gol de volea el inglés, y con la izquierda, su presunta pata de palo, una gran asistencia de Pedri. Pero ese tanto cuando ya pasaban siete minutos de añadido del primer tiempo no fue el preámbulo del levantamiento.
Flick condenó a Araujo y Gerard Martín en el descanso, confió en Eric y Balde, y luego se quitó de encima a Ferran para ver si el sueco Roony Bardghji podía desenredar al equipo. Fue imposible pese a los intentos de Pedri. Odisseas Vlachodimos le sacó un balón al canario, también un cabezazo a Eric. Y luego, tras un penalti del inocentón Januzaj a Balde sobre la misma frontera, no tuvo más que aguantar y recordarle a Lewandowski que el tiempo pasa para todos.
Despreció Lewandowski el empate y el Sevilla, enorme ante un equipo caótico y vencido, se coló por el boquete abierto por el Barça de Hansi Flick. La paliza no fue accidental.
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