Ciclismo

Van der Poel supera a Pogacar y toma el mando del Tour

El nieto de Poulidor gana su segunda etapa en una carrera en la que, hasta ahora, Enric Mas, sexto de la general, muestra un comportamiento exquisito.

Sergi López-Egea

Sergi López-Egea

Boulogne sur Mer (enviado especial)

Mathieu van der Poel casi es de los suyos y cada vez que se viste de amarillo, como este domingo, es una recompensa para miles de franceses; el recuerdo imborrable de su abuelo, Raymond Poulidor, el ciclista que nunca pudo vestir el jersey de líder del Tour que su nieto conquista en Boulogne sur Mer por segunda vez en la vida.

Si Francia está feliz, el Tour de Francia resurge de las cenizas. Da igual que haga 40 años que ninguno de los suyos gane la carrera. Van der Poel, casi, casi lo es y, por eso, Boulogne sur Mer se enciende en llamas por una calle en cuesta que parece las de Cazorla, quizás el pueblo de España que tiene más aceras empinadas.

El bullicio cerca de la meta

Aprieta el calor tras una salida lluviosa. Dos horas antes de la llegada de los corredores ya no hay huecos que llenar por la Grand Rue, la calle que lleva desde el canal hasta el centro de la ciudad. El bullicio es tremendo. La gente se deja hasta los higadillos por conseguir alguno de los regalos que lanzan desde la calzada. Por coger un quesito hay casi una pelea matrimonial. Se anuncia entonces que la etapa entra en la fase decisiva. Es el día más largo de carrera (209 kilómetros) y el complicado final, situado en los últimos 30, es una llamada para que los grandes del Tour se batan en duelo y para que la gente empiece a vibrar, sobre todo los más madrugadores, los que se han situado cerca de las pantallas gigantes.

Enric Mas, durante la segunda etapa del Tour.

Enric Mas, durante la segunda etapa del Tour. / MOVISTAR TEAM

La primera de las cotas, denominada Haut Pichot, es de marcaje, aunque el desequilibrio de Jonathan Milan, que acaba en caída, corta a los que no habían logrado situarse en la cabeza de pelotón. Uno de ellos es Enric Mas, que suda lo suyo para pillar la rueda del resto de las figuras. Será el que encabezará con éxito la caza y captura de los Pogacar, Vingegaard, Evenepoel y, ante todo, Van der Poel, que con pequeñas cuestas explosivas, que ahogan el aliento, se mueve como pez en el agua, el mejor del mundo y ya a 25 kilómetros de meta deja entrever que será el gran candidato a la victoria.

Llegan entonces las dos cotas finales, Saint Étienne au Mont y Outreau. La gente en la calle empinada está excitadísima, van aplaudiendo los nombres de los ciclistas preferidos cuando los enfoca la cámara de la televisión francesa. El chillido en la zona más próxima a la meta es ensordecedor.

Por las dos cuestas ya se vislumbra la primera entrega del duelo anunciado entre Pogacar y Vingegaard, con Evenepoel más atento que en el estreno del sábado donde no pudo hacer otra cosa que lamentar los 39 segundos perdidos al quedar cortado por el viento. No está para bromas. Ni tampoco Mas, que logra enlazar, porque no quiere que se le vaya al traste el gran trabajo hecho en el estreno del Tour cuando fue el mejor entre los escaladores, si se exceptúa a la pareja Pogacar-Vingegaard.

El desenlace

Carlos Rodríguez se asfixia en la cota final. El ciclista andaluz no acaba de encontrarse a sí mismo. A 80 por hora en la bajada los ciclistas se presentan como si fueran en moto a la empinada Grand Rue donde el público ya se ha quedado casi afónico. Ni lamentan que el paso de los corredores, aunque sea en cuesta, se produzca a más de 30 por hora y apenas se aprecie el rostro de los que se juegan la etapa.

Todos, ciclistas y público, ya tienen claro que el triunfo se lo llevará uno de los buenos, un grande entre los grandes. Acelera Van der Poel. Pogacar se queda un poco encerrado y Vingegaard trata de sorprender. En este orden cruzan la meta con Mas muy atento y reconfortado por haber podido conectar y vivir en primera persona, como los miles de espectadores apostados en la zona de meta, el primer gran duelo entre las mejores figuras de este Tour.

Van der Poel se abraza con su compañero, Jasper Philipsen, todavía vestido de amarillo.

Van der Poel se abraza con su compañero, Jasper Philipsen, todavía vestido de amarillo. / ASO

Van der Poel gana su segunda etapa en la carrera del abuelo. Lo hizo por primera y única vez en 2021 cuando el Tour ascendió por el Muro de Bretaña, lo que volverá a ocurrir el próximo viernes, en la última etapa de enorme peligro en este arranque de carrera.

No pudo celebrarlo con el abuelo Poulidor que había muerto un año y medio antes después de acudir, aunque ya muy flojo de salud, al último Tour, en 2019, cuando los más veteranos espectadores chillaron como era habitual aquello de “¡allez Pou-Pou!”, en homenaje al que fue el gran rival primero de Jacques Anquetil y después de Eddy Merckx, a los que nunca consiguió batir.

Del ciclocrós a las clásicas

El nieto lleva más de un año paseándose por las grandes clásicas mientras en invierno hace arte del ciclocrós. Sólo Pogacar, no podía ser otro, le impidió en abril repetir victoria en el Tour de Flandes. Sabe que para él y para su equipo (el Alpecin ha ganado las dos primeras etapas) el Tour apenas dura una semana, antes de que la carrera entre en fase de alta montaña.

Sube al podio, vibra el público de Boulogne sur Mer, mucho británico aprovecha el cercano paso del canal para acercarse a la meta. Van der Poel lidera el Tour con Pogacar en segunda posición y Vingegaard, tercero. La buena noticia llega cuando se confirman las clasificaciones oficiales. Después de dos etapas y con un carácter ofensivo totalmente diferente al de los dos últimos Tours, Mas ya se encuentra en la sexta plaza de la general.

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