Ultratrail

A ciegas en el fin del mundo: 200 kilómetros de Malpica a Fisterra en 40 horas

Alejandro Sotelo y David Costas intentarán completar «non-stop», sin conocimiento previo, O Camiño dos Faros

Alejandro Sotelo y David Costas, en Picos de Europa

Alejandro Sotelo y David Costas, en Picos de Europa

Armando Álvarez

Armando Álvarez

Vigo

«Las carreras de ultradistancia se empiezan con los pies y se acaban con la cabeza», sostiene Alejandro Sotelo; Álex a media distancia y Pichi para los íntimos. «Son una montaña rusa. En algunos momentos todo tiene sentido y en otros lo pasas fatal». Confiesa el cangués que en algún momento de cada pateada se le cuela un pensamiento obsesivo.

–¿Qué estoy haciendo aquí?

Volverá a sufrir la tentación de rendirse, inevitablemente, mañana sábado. Sotelo y su socio habitual, David Costas, intentarán completar O Camiño dos Faros en formato ‘non-stop’. A ellos, que nunca habían excedido en demasía los 100 kilómetros, les aguardan 200 quebrados entre Malpica y Fisterra –5.000 metros de desnivel positivo y otros tantos de negativo– en menos de 40 horas. Ya asume: «Nos concedemos pocas posibilidades». Los lastra el escaso entrenamiento específico y el desconocimiento del terreno. Correrán a oscuras, entre las luminarias y bajo la luna menguante. Los impulsa una ilusión común.

Sotelo y Costas, en la meta del ultratrail de Sierra Nevada.

Sotelo y Costas, en la meta del ultratrail de Sierra Nevada. / Ultra Sierra Nevada

Sotelo y Costas, que actualmente reside en Redondela, militan en el club Amigos, Deporte e Natureza (ADN) Rías Baixas, patrocinado por Abrente. Una treintena dedicada a modalidades como el canicross y los deportes de montaña. Por afinarse para sus expediciones alpinistas se iniciaron los dos en ese galope atávico del trail hasta que la preparación se transformó en el objetivo. Debutaron hace 15 años, en el Penedo dos Lobos de Manzaneda que ya ha desaparecido. «Era un medio maratón y nos parecía una locura», recuerda.

El club ADN

Al ultra, o sea, se llega «subiendo el kilometraje poco a poco». Otros socios del ADN lo practican, como David Suárez, César Blanco y Telesforo Currás, que ha experimentado el del Mont Blanc, el de mayor prestigio. Sotelo y Costas, por su parte, aunque con peripecias particulares, se han habituado a compartir sus retos. «Como tenemos más o menos el mismo nivel, casamos muy bien», explica Sotelo. En 2024 completaron el ultratrail de Sierra Nevada. En los tres años anteriores, la travesía de Picos de Europa.

La exigencia de cada carrera determina la preparación. Sotelo acometió hace dos semanas la de Cerveira, de 35 km. «Para acabar, tres o cuatro días por semana; para pelear por el podio, seis como mínimo», describe. «Y el volumen oscila: un hora de gimnasio, puede que después dos de monte o casi tres». La perspectiva de un ultra, que debe superar los 42.195 metros del maratón para granjearse semejante etiqueta, habría incrementado la carga con «un par de tiradas largas por semana, de al menos 20 kilómetros». Ninguno habían planificado para este 2025. Pero a Costas, hace escasamente un mes, se le ocurrió proponer este de faro a faro por la Costa da Morte. Y a Sotelo, en esta ocasión, la cabeza le susurró:

–¿Por qué no?

Claro que ya habían oído hablar de O Camiño dos Faros. Una asociación del mismo nombre lo explica, cuida y promociona. También lleva tiempo intentando que lo homologuen como Ruta de Gran Recorrido (GR). Se han enredado en la madeja burocrática de municipios, consellerías, federaciones y demás organismos. Ese marasmo ha impedido que se balice de la manera apropiada. Sí existen señalizaciones y una planificación por etapas: Malpica, Niñóns, Ponteceso, Laxe, Arou, Camariñas, Muxía, Nemiña y Cabo Fisterra. Sotelo y Costas las completarán a la carrera.

Zonas lentas y técnicas

«No tenemos muy seguro qué nos vamos a encontrar. Afrontaremos la ruta casi sin conocimiento, que es algo que no se debería hacer», advierte. Se recomienda, de hecho, que un ultratrail se recorra tramo a tramo antes de atreverse al empacho. Por lo que han indagado, O Camiño mezcla asfalto, tierra y roca; acantilados y colinas. Cada concello se encarga, con diferente esmero, del desbroce de las sendas, que las hierbas altas habrán invadido desde la primavera. Habrá pisadas seguras y otras delicadas, propicias a la lesión, por «zonas lentas y técnicas», asumen. «Y habrá que tirar constantemente del GPS».

La tecnología completará sus ojos igual que sus linternas frontales. Sotelo y Costas saldrán a las cuatro de la madrugada y seguirán corriendo cuando se avecine el ocaso. Se irán relevando «por sensaciones», determina el morracense. «Yo llevo bastante mal la noche, sobre todo entre las tres de la mañana y la salida del sol. No estoy acostumbrado ni a entrenar ni a trabajar durante esas horas. David es más constante».

Con tal esfuerzo, cada detalle importa, como el peso de sus mochilas. Óscar Gutiérrez y David Suárez facilitarán la intendencia. Con ellos han establecido quince puntos de avituallamiento, en los que reposarán, ingerirán alimento y repondrán hidratación. A Suárez intentarán además convencerlo de que los acompañe en alguna de sus minietapas, sobre todo las nocturnas. «Siempre reduces la velocidad y la vista se cansa mucho más. Sería un alivio muy grande a la hora de tirar constantemente del GPS cuando estás exhausto».

Otros trail runners, entre diez y veinte, han triunfado antes en este desafío. El récord se ha fijado en 35 horas. Sotelo insiste en que la precipitación y el kilometraje les conminan a plantearse O Camiño dos Faros desde la humildad. «Cuento menos tiempo nos lleve, pues mejor. Pero ya sería un éxito acabarlo. No las tenemos todas con nosotros. Nos dicen que es más difícil de lo que aparenta».

A su favor juega la solidaridad que han edificado en todas las correrías anteriores. Cada uno ejerce de baluarte del otro cuando esa incitación insidiosa a detenerse tras el siguiente paso se instala en el agotado cerebro. Todo resultará más fácil si resisten y hacia la tarde del domingo divisan en el horizonte esa lengua acostada sobre el mar que es el Cabo Fisterra; tan fin del mundo como principio. «El entrenamiento es siempre lo más aburrido. Sientes la mayor satisfacción en los últimos kilómetros, en los instantes previos a llegar a meta. Es entonces cuando te das cuenta de lo que has hecho y que todo ha tenido recompensa».

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