DE BERLÍN-2015 A MÚNICH-2025

PSG-Inter, final de Champions. Luis Enrique y su última misión: clavar una bandera por Xana

Sin Mbappé y guiado de la mano de un increíble y sorprendentemente eficaz Dembélé, el técnico asturiano se asoma este sábado a Múnich para alcanzar la cima que holló con el Barça en Berlín-2015

Luis Enrique sonríe durante el PSG-Arsenal de la semifinal de la Champions.

Luis Enrique sonríe durante el PSG-Arsenal de la semifinal de la Champions. / Efe / Mohammed Badra

Marcos López

Marcos López

En dos años ha hecho del Paris SG, un nido de estrellas sin nexo común, una idea colectiva y coral. Con Mbappé al inicio llegó a una semifinal de la Champions, que perdió con el Dortmund. Sin Mbappé después, y guiado de la mano de un increíble y sorprendentemente eficaz Dembélé, se asoma este sábado por la noche a Múnich para alcanzar la cima que holló con el Barça en Berlín-2015.

Ha pasado una década y Luis Enrique no ha cambiado nada. El líder que quiso ser, y no pudo de aquel equipo de Messi y sus amigos Luis Suárez y Neymar, es ahora el líder, espiritual, deportivo y hasta psicológico de un PSG que se encuentra, de nuevo, en la puerta de la historia. Si supera el escalón del Inter de Inzaghi, el asturiano colocaría al club parisino en otro nivel. 

Pero ‘Lucho’, técnico moderno, vitalista, fanático de una idea, capaz de subirse a un andamio o una grúa para supervisar un entrenamiento, obsesivo con el trabajo, al que le encantaría dominar a sus jugadores con un ‘joy stick’ tiene una misión que va más allá del dinero catarí. O de la carísima e incompleta obra que se vive en un club por el que han desfilado Ibrahimovic, Mbappé, Messi o Neymar, entre otras grandes estrellas, topándose siempre con el hasta ahora infranqueable muro de Europa.

Luis Enrique, en una rueda de prensa.

Luis Enrique, en una rueda de prensa. / Efe / Yoan Valat

Domina en Francia de manera dictatorial -ha ganado siete de las ocho últimas Ligas y lleva ahora cuatro de forma consecutiva-, pero no ha sido nadie aún en la Champions. Ancelotti, Blanc, Unai Emery, Tuchel -el que más cerca estuvo porque perdió la final contra el Bayern de Flick en tiempos pandémicos-, Pochettino y Galtier configuran la lujosa relación de entrenadores que se han ido con las manos vacías.

Pero Luis Enrique no está solo en ese propósito vital que le emparentaría con lo que ya es. Con los grandes técnicos del mundo que han besado la Orejona en un par de ocasiones y con clubs distintos, tipo su amigo Guardiola (dos con el Barça y una con el City).  Hay algo íntimo y, a la vez público, porque el asturiano comparte en todo momento su dolor y su recuerdo hacia Xana, la hija de 9 años que falleció en agosto de 2019 tras sufrir un osteosarcoma, un tipo de cáncer de hueso.

"Yo tengo un recuerdo increíble porque a mi hija le gustaban mucho las fiestas. Y estoy seguro que donde está sigue haciendo fiestas”, contó Luis Enrique hace unas semanas. "Recuerdo una foto que tengo con ella increíble en la final de Berlín después de ganar la final de la Champions clavando una bandera del Barcelona en el campo", recordó emocionado el exentrenador azulgrana.

"Tengo el deseo de poder hacer lo mismo con el Paris SG. No estará mi hija, pero estará. No estará físicamente, pero sí espiritualmente y eso para mí es muy importante", añadió ‘Lucho’, quien precisó que "tengo la motivación de seguir hacia adelante con lo que la vida me da y compartirlo con mi familia. A todos nos gustan las cosas bonitas y felices, pero eso forma parte de la vida, superar las desgracias y las cosas que no nos gustan".

"Recuerdo una foto que tengo con ella increíble en la final de Berlín después de ganar la final de la Champions clavando una bandera del Barcelona en el campo. Tengo el deseo de poder hacer lo mismo con el Paris SG. No estará mi hija, pero estará"

Luis Enrique

— Técnico del PSG

Y ahí está Luis Enrique, casi seis años después. Con una bandera oculta en cualquier lugar del Allianz Arena de Múnich, esperando a ser plantada en el centro del terreno de juego, después de haber sorteado una endemionada ruta. Endemoniada y complicada porque todo empezó de forma angustiosa -debut en el Parque de los Príncipes y triunfo sobre el Girona en el tiempo añadido cuando la pelota se burló de Gazzaniga- con un Paris SG lleno de dudas y de problemas. Se dudaba hasta de Dembélé, ahora es la estrella del equipo, y de Donnarumma, el portero que le ha llevado con paradas decisivas a la final contra el Inter.

Luis Enrique, el técnico del PSG, en el banquillo del Parque de los Príncipes.

Luis Enrique, el técnico del PSG, en el banquillo del Parque de los Príncipes. / Efe / Yoan Valat

En la segunda jornada, el técnico dejó fuera de la convocatoria al delantero. Ni viajó a Londres, donde el PSG perdía contra el Arsenal (2-0). "Lo mejor que hice fue no ponerlo a jugar en Londres cuando todo el mundo me criticaba. Fue mi mejor decisión", reconoció recientemente el asturiano. Luego, lo nunca visto con Ousmane, transformado en un ‘falso nueve’, al que se le caían los goles de los bolsillos.

¿Quién lo había visto en el Barça durante siete años? En 185 partidos anotó 40 goles. Y con Xavi, por ejemplo, solo 10 en dos temporadas. ¿Y quien lo ve ahora con el PSG? Con Luis Enrique, el salto es absolutamente sideral firmando 33 tantos en los 48 partidos que ha disputado esta temporada.Con Mbappé a su lado, solo logró seis; sin Kylyan, 33. ¡Una verdadera locura! Y solo se ha perdido un encuentro porque estaba enfermo.

Luis Enrique da instrucciones a Dembélé en un Barça-PSG.

Luis Enrique da instrucciones a Dembélé en un Barça-PSG. / Jordi Cotrina

A Luis Enrique, que dijo sin miedo alguno que la marcha de la estrella francesa al Madrid haría mejor equipo al PSG, le corresponde la paternidad de esta obra que se ha llevado por delante al campeón de la Premier (eliminó al Liverpool en octavos de final), dejó en la cuneta al Aston Villa en cuartos y quebró en semifinales la ilusión del Arsenal, que había echado al Madrid, el campeón de Europa.

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