Full contact
Izard y la guerra sucia: un nuevo reto para el púgil vigués
Pablo González Izard aspira este sábado a un título mundial de full contact. En casa de un rival mañoso, en un peso superior al que acostumbra, en una modalidad que no practica desde hace un lustro y pese a las tretas de la organización

Pablo González Izard.

La guerra trasciende la batalla que la culmina. Siempre empieza antes de que suene la campana, con la sufrida preparación, y se extiende hasta el recuento de las puntuaciones, cuando los amoratados rivales ya se han abrazado. La guerra desborda el cuadrilátero que en apariencia la contiene. Se dirime en los plazos y los viajes; en las bravatas y los silencios. La guerra se resuelve más allá de los golpes que se interceptan o impactan. También en los que no pueden lanzarse o se ejecutan bordeando el reglamento. A Pablo González Izard le espera una guerra sucia este sábado, en Normandía. La sufre, de hecho, desde hace varias semanas. El vigués contenderá con Brice Duval por el título mundial de full contact, en versión ISKA. En territorio enemigo, sobreponiéndose a mil triquiñuelas y dificultades previas, y sabiendo ya que no podrá contar con el beneplácito de los jueces. «O le paso por encima o se lo va a llevar», asume, creyendo en sí mismo pese a todo.
Esa confianza le ha permitido asumir un reto de gran complejidad. Izard se mantiene muy activo. Peleó en profesionales en noviembre y en amateur el 23 de diciembre, en una de esas Noches del Barrio que organiza con su propio club. Estaba preparando la defensa del Europeo WAKO, que debe realizar en junio. Pero toda esa actividad se resuelve en boxeo clásico; K1, con golpes entre piernas desnudas; o kickboxing, que veta los rodillazos.

Pablo González Izard. / Alba Villar
La diferencia entre algunas modalidades puede resultar inapreciable a ojos inexpertos, pero resulta sustancial. Hace un mes lo llamó Manu García, exseleccionador español, que lo conoce bien. Desde Francia le habían ofrecido ese combate con Brice Duval y enseguida pensó en Izard. Sería en full contact, con las espinillas protegidas y el golpeo prohibido por debajo de la cintura. «Es en lo que tengo toda mi base, pero hace cinco años que no peleo», revela el olívico. Pese al óxido, aceptó de inmediato. «Hay margen hasta el Europeo y quiero probarme. No podía decir que no».
Su aceptación debería haber activado los procedimientos y permitirle pautar su planificación. No sucedió así. «Ahí empezó mi calvario», lamenta. Desde la trinchera de Duval, lo que incluye al promotor que financia la velada, han querido jugar con todas las herramientas a su disposición. Callaron hasta hace diez días, por intentar que Izard retrasase su puesta a punto. Después han tardado en confirmarle escenario, planes de viaje... «Toda una serie de trabas», denuncia y aún se teme alguna vileza con el alojamiento o la alimentación en Francia. «Ya me había pasado alguna vez pero no tan descarado ni por un título tan importante. No quieren que les joda la fiesta».
Subida de peso
Es lo que pretende, pese a que lo estrictamente deportivo le exige una aclimatación diferente. Izard peleará en semipesado (81,5 kg). Suele hacerlo en supermedio. Su peso habitual ronda los 85. Esta vez tendrá que bajar 4 kilos en vez de 7. Se limita el sacrificio, pero afronta el riesgo de sentirse más pesado. Un factor clave porque esta pelea se ha pactado a doce asaltos de dos minutos cuando él está habituado a cinco de tres.
Su ventaja reside en que mantiene un entrenamiento constante. Ha terminado de afinar su puesta a punto durante cuatro días en la academia Élite, que Manu García regenta en Salamanca. El entrenador le ha refrescado la técnica del full contact. Izard se ha alojado en casa de Jaime Lizana, un campeón mundial que le ha ayudado también en el enfoque psicológico. «Llegué con algunas dudas y salí de allí superseguro. Lo tenía todo dentro, dormido, y me lo han despertado», agradece.
El vigués parte este viernes hacia París. Yvetot, en cuyo palacio de deportes se celebrará el combate, se encuentra a dos horas por carretera. Tras el pesaje podrá descansar, reponer líquidos y repasar el plan que ha diseñado. Ha estudiado en profundidad a Brice Duval. Es un zurdo especializado en full contact, de su misma envergadura, que vivió su auge en 2018 y 2019, cuando se proclamó campeón de Europa profesional. Desde entonces, sin embargo, sólo se ha subido al ring dos veces, en 2020 y 2023; al menos, que conste en los registros. En ese mismo periodo, aunque haya sido en otras disciplinas, Izard ha contendido cuarenta veces.
Un rival «huidizo»
«La madurez y la dureza que me ha proporcionado el K1 jugarán a mi favor», espera. Respecto a la mayor brevedad y número de los asaltos, conviene: «Hay que bajar la cadencia pero es algo que me beneficia. Yo no soy muy explosivo, de gasolina, sino diésel. La clave es dosificarse mentalmente, sin desesperarse, porque el francés es muy huidizo».
El estilo del rival es el último obstáculo subterráneo que le aguarda. «Él escapa a la pelea, te toca, se mueve, y cuando tú lo acorralas, se te agacha o mete la cabeza. En otro escenario le quitarían puntos o le darían un aviso, pero en su propio pueblo... Incluso hemos entrenado las guarrerías que me va a hacer», concreta el púgil. «La idea es ir mermándolo, quitarle aire y acabarlo antes de los doce asaltos. Lo perseguiré pero con cabeza, con paciencia, y esperaré mi momento».
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