Fútbol | Tercera Federación
La última misión de Tomás
Después de veintinueve años consecutivos vistiendo la misma camiseta, desde que entró en el club con cuatro años, Tomás Vila se despide el domingo del Valladares en el partido en el que el club de Vigo se juega la permanencia en Tercera Federación

Tomás Vila posa delante de todos sus compañeros del Valladares. / José Lores
Tomás Vila no tenía otra alternativa que jugar en el Valladares. Una simple cuestión de sangre. Su abuelo fue presidente del club, su padre estuvo en el equipo que a finales de los ochenta logró el primer ascenso de la historia a Tercera División y su hermano vistió esa camiseta antes que él. Era eso o no jugar al fútbol.
El viaje, que comenzó cuando tenía solo cuatro años, vivirá su última estación este domingo. Veintinueve temporadas consecutivas con el mismo escudo en el pecho, quince de ellas en el primer equipo. Tomás, de 33 años, cree que es el mejor momento para marcharse y no encuentra una razón determinante a la hora de tomar la decisión: «Es la suma de muchas cosas. El cuerpo no es el mismo, adaptarse a los horarios y a la categoría es algo más complejo, son cuatro días de entrenamiento, los desplazamientos...»
El último partido: permanencia y despedida
Pero antes de marcharse Tomás tiene un trabajo pendiente, aunque no depende solo de él. Caprichos del destino, su adiós coincide con el partido en el que el Valladares se juega su continuidad en la categoría. En esta última jornada tiene la obligación de ganar en su campo al Silva (domingo, 12:00 horas) pero al mismo tiempo necesita el tropiezo de Arteixo o Barbadás, lo que le dejaría pendiente de las fases de ascenso para saber si sigue en Tercera o no.

Tomás, jugador del CD Valladares / Jose Lores
Adelantar a los dos (opción más improbable) despejaría del todo el camino a los vigueses. Sería el final perfecto para este cuento protagonizado por Tomás Vila, el que él hubiese escrito en caso de ser el guionista de su propia carrera: «Sería muy bonito porque en mi primera temporada se consiguió el ascenso a Preferente después de mucho tiempo jugando en Regional. Y si me pudiese ir con esta permanencia sería algo maravilloso».
Permanencia inédita
Porque hagamos un poco de memoria. El Valladares nunca ha sido capaz de mantenerse en Tercera a lo largo de su historia. En sus más de cien años de historia únicamente ha militado dos temporadas en esta categoría: la de finales de los ochenta y la actual.
Para un equipo de parroquia, modesto, autosuficiente, alimentado por su propio fruto, con un presupuesto ridículo en comparación con buena parte de sus rivales directos, supone toda una conquista. Durante meses se ha mantenido fuera de esa zona de peligro, pero en el tramo final de la temporada, por simples detalles, ha terminado por verse envuelto en esta guerra por la permanencia y la perspectiva es compleja.
Esa incertidumbre deportiva se mezcla con la emoción del adiós de un jugador como Tomás Vila, a quien sus compañeros, vecinos, amigos y familia desean la mejor despedida posible: «Tengo una sensación extraña. Soy una persona tranquila y reconozco que estos días sí siento el nerviosismo aunque te diría que más por la pelea de la salvación que por lo mío. Sé que lo voy a echar de menos, pero es algo que ahora mismo me preocupa poco porque estoy más inquieto por el partido y la pelea por la permanencia».
Tomás Vila hace un repaso del año y lamenta que la temporada se torciese: «Pase lo que pase el equipo tiene un mérito enorme. Hemos dado la cara todo el año en una categoría muy complicado, contra equipos cada vez más profesionalizados...pero hemos plantado batalla y en los últimos partidos nos faltó un poco de fortuna». Pero hay otras victorias de las que Tomás también se siente orgulloso y que no aparecen en la tabla de clasificaciones: «Me hace mucha ilusión ver que este año ha venido mucha gente al campo, que han disfrutado del trabajo del equipo, que nos han acompañado...ojalá podamos darles el domingo un buen regalo».
Tomás Vila enfila la salida del fútbol con la misma serenidad con la que se ha comportado dentro del campo. Deja atrás una vida pero en su lista de tareas aún queda una casilla por tachar. El domingo es el día para hacerlo. Y entonces, sí, irse orgulloso, pleno.
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