Atletismo
El decatlón de la vida: los nuevos campeones que prepara David Gómez
David Gómez se había prometido a sí mismo que dejaría de entrenar, harto de pelear contra las angustias materiales del atletismo vigués. Aunque «resignado» a esas penurias, un grupo de chicos, encabezado por Olivia Gutiérrez y Joel Santana, le ha devuelto el entusiasmo. Persigue, sin embargo, que triunfen en el deporte como forma de mejorar su porvenir.

Joel Santana, David Gómez y Olivia Gutiérrez, en Ourense. / Iñaki Osorio

El tibio sol ourensano no mitiga el frío de la mañana. David Gómez cruza la puerta del pabellón de Expourense, donde se va a disputar el Campeonato de España de Short Track (pista cubierta) Sub 16. Un entrenador leonés, colega de tantos años y competiciones, lo saluda.
–Tú vas a por el doblete.
–Sí, lo tengo clarísimo.
Sus atletas no le incumplirán el pronóstico en las horas siguientes. Los célticos Olivia Gutiérrez, en el pentatlón femenino, y Joel Santana, en el hexatlón masculino, se han colgado el oro. Pudiera parecer la consecuencia inevitable de esa aritmética que Gómez había estudiado. Pudo, en realidad, no suceder, más allá de los imponderables deportivos. El rosaleiro ya calculaba haberse retirado a estas alturas del siglo, sin discípulos a los que adoctrinar. Hoy vuelve a guiar a un puñado, pero mapeándoles el destino antes que las ambiciones deportivas.
No le habían vencido a David sus 44 años, aún escasos. Lo han hastiado los sinsabores que el atletismo padece en Vigo. En 2022 aconsejó al cubano nacionalizado luso Abdel-Kader Larrinaga que lo abandonase. No ya por las carencias de las pistas de Balaídos, sino por sus horarios restringidos. Anunció entonces que dejaría el oficio de técnico cuando su grupo vigente se agotase. Eva Queimaño se mudó, Carlota Salgado estudia en Estados Unidos... El final se avecinaba. A Gómez, que trabaja mayormente en la preparación física de opositores a bomberos y fuerzas de seguridad, tal es su sustento, le quedaban apenas algún atleta veterano, «que se entrena solo», y Bran Núñez. Y este, por incompatibilidades laborales, le ha dicho que se centrará en el 400, a las órdenes de Alberto Salgado.
–Si me hubieras avisado antes, ya habría plantado todo –lo abroncó, en broma pero en serio.
Sucedió en diciembre. Y su plan ya se había resquebrajado. El padre de Olivia y Martina Gutiérrez, que practica altura y vallas, lo había convencido en septiembre de que se hiciese cargo de sus hijas. A Gómez lo conmovió el caso: «Olivia es un auténtico talentazo. Me daba pena verla así, sin opción de hacer combinadas. En esta etapa de formación le conviene probar un poco de todo. Me daba rabia que se estuviese perdiendo», argumenta.
Joel Santana ya había tanteado casi un año antes que Gómez lo aceptase. Éste se había mostrado inflexible.
–No quiero saber nada de eso.
Pero el joven, informado por su amiga Olivia de ese cambio de política, insistió ahora.
–Yo también quiero.
–Venga, va. Ya que estamos.
«Le dije que sí», resume y por esa grieta en su coraza se han colado también las primas Lence. A todos los reunió Gómez el primer día. Él nunca ha ocultado que no se siente un pedagogo, sino entrenador de rendimiento.
–Mirad, os voy a tratar como adultos, no como a niños. No consentiré que lleguéis tarde, que os olvidéis las zapatillas.... Ese comportamiento no entra conmigo. Si yo me comprometo con vosotros, vosotros os tenéis que comprometer conmigo y con vosotros mismos.
«El entrenamiento está adaptado a su edad y fisiología. Pero hay que adquirir responsabilidades», promueve. «No busco atletas de élite, pero sí que se comporten como tales. Luego cada uno tiene sus cualidades y llega donde llega». Matiza: «Sin andar a gritos ni exigir nada. Nunca lo he hecho».
Camufla a duras penas este David de fachada rocosa la ternura que sus pupilos exponen. «Entrenar con él es genial y muy divertido», describe Olivia. «Disfruto de hacer lo que más me gusta. Es supercercano, se preocupa muchísimo por nosotros y nos dedica muchas horas. He aprendido un montón de cosas nuevas tanto técnicas como estratégicas y mentales. Bajo sus órdenes me siento muy segura. Siempre nos habla de que es normal fallar, hacer tres nulos, caerte en una valla... Todos lo que a nosotros nos va a pasar a él ya le pasó». Joel sostiene: «Al principio da un poco de vértigo que un olímpico se haya fijado en ti. Tuve un poco de miedo. Pero es superhumilde, muy educador, y nos ha enseñado a gestionar los contratiempos».
Sabe Gómez que su propia historia, esos Juegos de Atenas 2004 y Pekín 2008, puede deslumbrar a sus chicos y confundirlos. Les ha advertido contra la codicia. «Es mucho más difícil ahora que en mi época. Joel y Olivia son mejores que yo a su edad. Pero hay demasiadas variables y no se puede decir».
–No vais a ser olímpicos. Es muy difícil, dependes de muchos factores y lo peor es que uno de ellos es la suerte. ¿Y si fueséis olímpicos, qué? Yo lo fui dos veces y aquí estoy, pringando.
No les niega el sueño, sino que lo redirige. Le alegra, por ejemplo, que Joel esté pensando en conseguir en el futuro una beca en Estados Unidos: «Aquí pasamos más tiempo recogiendo las bolas de peso entre las hierbas sin cortar que lanzando; llevamos meses con siete vallas; hemos practicado pértiga a oscuras, con una torre de luz fundida...».
–Entiendo vuestra ilusión, pero lo que os va a cambiar la existencia es cursar una carrera universitaria. Aprovechad el deporte para conseguir otros objetivos y no al revés.
A David Gómez aún se le apostillará «el entrenador». Reverdece su vocación de otra manera. No ambiciona ya laureles que lo encumbren aunque sea vicariamente. Desea que Olivia y Joel «puedan tener la vida que desean». Si su tutela ayuda, ese será su legado.
La montaña rusa emocional
«Diez pruebas, diez posibilidades de lesionarse», resumía Gómez durante su carrera, de tantos dolores. También diez ocasiones o seis, en pista cubierta, de acierto y fallo; de alegría y desconsuelo. Una confrontación constante entre deseo y realidad que examina los caracteres. Ya ha probado Joel esa miel y esa hiel. Agradece la conclusión dulce del trayecto de montaña rusa que experimentó en Ourense. «Yo había hecho mis cálculos. Quería intentar el récord de España», revela. «Era un objetivo difícil pero no imposible». Una presión añadida a la pugna por la medalla. «En el 60 no salió como teníamos pensado (7.35). No pasó nada. Empecé a remontar en salto de longitud (6.42)».La estabilidad emocional se alteró en el peso, con un 13.07 que le provocó «un subidón de adrenalina», confiesa. «Nunca había pasado de los 12 metros». Sucedió en la sobremesa sabatina. El anochecer se le indigestó. «En altura me llevé un chasco (1.65). Quería saltar 1.72. Me enfadé por los sentimientos propios de la competición. No lo supe gestionar bien. Tuve una rabieta», admite. «Creo que me benefició. Pude soltar todo lo que tenía».Aliviado, asimiló un impacto en la primera valla con el que abrió la mañana dominical (8.75). Todo dependía del 1.000. «Salí un poco tocado, pero con fuerzas suficientes. Fui con todo». Su 2.52:81 lo elevó a los 4.155 puntos y el oro. El récord sub 16 (4.379) se mantiene en su horizonte. «En diciembre espero tenerlo si sigo progresando de esta forma».

Joel Santana. / Iñaki Osorio
Remontada épica en el 600
Olivia llegó al 600 que cerraba el pentatlón en la quinta posición, a un centenar de puntos de sus principales rivales. «Son cinco segundos», calculó Gómez. La marca personal de la viguesa, de 1.37, lo permitía. «Estaba muy nerviosa, pero sabía que tenía facultades. Aunque la medalla parecía hecha, hay que ir a por más si se puede. Salí a tirar», relata. El cronómetro del pabellón le sonrió cuando cruzó la meta: 1.37.21. Suficiente, a la postre. Ninguna perseguidora excedió las previsiones. «No me lo podía creer. Pensé que estaba soñando, en serio. Pero sí... Hemos trabajado un montón y al final las cosas salen».Olivia afrontaba el campeonato con el tercer mejor registro, sin garantía de éxito. «Sabía que podía mejorar mi marca en algunas pruebas, pero las demás también. No iba a ser fácil estar en el podio». Satisfecha con el 60 vallas (9.09), el 1.54 de altura se le antojó «bastante mejorable». Las enseñanzas de su entrenador aplacaron su frustración. «A veces sale y otras, no. Es una de las cosas que David me ha hecho entender», resalta. Superó así sus expectativas en peso (8.28), limitando el daño de su prueba más frágil, para sentenciar en longitud (5.49) y ese 600 glorioso. Sus 3.562 puntos constituyen la 9ª mejor marca española de la historia. «Es un muy buen inicio para el poco tiempo que llevo entrenando a fondo en las combinadas. Lo valoro y me motiva para seguir. Estoy muy contenta y orgullosa de mí misma y de mi trabajo con David».
- Homicidio en la estación de autobuses de Vigo: «Llama a la Policía que mataron a Roberto, está lleno de sangre»
- La víctima del crimen de la vieja estación de autobuses de Vigo estaba indefensa y recibió cuchilladas en cuello, tórax y costado
- Declarar las capturas de recreo, obligatorio hasta si no se pesca
- Una vuelta de tuerca inesperada
- La Diputación de Pontevedra, dispuesta a financiar Balaídos para el Mundial 2030 «si hay planificación»
- Ofrenda floral ante la chabola del crimen de la estación de autobuses de Vigo
- «Si se apoyasen nuestros ensayos clínicos, los pacientes gallegos tendrían más oportunidades»
- La Xunta niega la jubilación a un profesor de Vigo con una depresión «irreversible» diagnosticada por tres especialistas
