Balonmano | Sénior Territorial
Lo que nunca muere: el Seis do Nadal y su arraigo en Coia
El Seis do Nadal vive años de florecimiento tras haber superado una etapa difícil, ha recobrado la salud financiera y su atractivo como cantera

Los jugadores del equipo sénior y sus aficionados, en Poio. / Seis do Nadal

Suena el bocinazo en el pabellón de Poio y un oleaje celeste se agita. El Distevi Seis do Nadal acaba de ganar por 21-24 al Artai; el perseguidor que aún parecía capaz de incomodarlo. El equipo vigués se venga así de su derrota en la primera vuelta (23-24), única mancha en su exitosa trayectoria, y amplía a cinco puntos su ventaja como líder de Primera Autonómica a falta de siete jornadas. Esa posición asegura la participación en una de las liguillas de ascenso. El histórico club vigués quiere regresar ya a Primera Nacional Masculina, de la que se despidió en 2022. Y ambiciona también el progreso de su escuadra femenina. «Vivimos una tendencia bonita», se ilusiona el vicepresidente, Víctor Dorado. La época de angustias, aunque todavía reciente, se va difuminando. Las cuentas se han saneado. La cantera crece. Y en las gradas, igual en las del Municipal de Coia que esta vez en A Seca, una afición mayormente joven exhibe su efervescencia. Nunca muere lo que a tantos importa.
No puede morir el Seis, no debe aquello que surge del amor. Lo fundaron unos padres del centro educativo en 1983 para alejar a sus hijos de las calles del barrio obrero, que la pandemia de la heroína asolaba. El tiempo ha ido modificando su arquitectura administrativa: actividad extraescolar, agrupación polideportiva, entidad única y ya al fin, en 2004, escindiéndose en los clubes de baloncesto y balonmano. También ha cambiado Coia, hoy apacible. El vínculo identitario con sus dos Seis jamás ha flaqueado.
Ha sido más constante, sin embargo, la trayectoria del club baloncestístico, con sus 700 jugadores. El Club Balonmano Seis do Nadal, en cambio, ha sobrevivido a una crisis. Sucedió tras el retiro de Antón Piñeiro, figura entrañable y colosal, como presidente. «Dejó un vacío gordo. Fue difícil gestionar su relevo», resume Dorado. «El club se hizo poco atractivo. Cayó en una dinámica peligrosa. Chicas y chicos se fueron».
El «punto de inflexión» se produjo en 2022, precisa, aunque coincidiese con ese descenso a Sénior Territorial. A la presidenta, María Prelchi, «un poco sola» en sus esfuerzos, le llegaron aliados: Xabier Soutullo y Gerard Conill, jugadores además de directivos, por ejemplo, y Guillermo Álvarez e Iván Rodríguez junto a ellos. Álvarez sucedería a Prelchi –que sigue como secretaria de la junta– y a éste, el pasado verano, Rodríguez, al principio tesorero. «Lo demás ha venido rodado porque el club nunca ha dejado de tener tradición en Coia», señala Dorado.

Los jugadores celebran su victoria sobre el Artai. / Seis do Nadal
Aún ocupa Iván Rodríguez el cargo aunque un accidente de moto lo tiene de baja desde octubre. Dorado, que se describe como «un padre que echaba una mano para buscar patrocinios», ha tenido que asumir la dirección «sin comerlo ni beberlo». Pero feliz con los datos que estos años ofrecen. El Seis ha aumentado en un 30% sus fichas de base, cifra que sube al 68% en las femeninas. Congrega, en total, a 230 jugadores en sus 3 equipos séniors y 12 de categorías inferiores. En la radiografía económica, constata: «Aunque hacemos equilibrismos, intentaremos acabar la temporada con una deuda mínima si es que la hay. El club ha hecho una inversión en ropa».
Es ese «ambiente chulísimo» que rodea al Seis lo que más energía inyecta. Varios chicos, algunos de los cuales militan en Segunda Autonómica, han creado O Trasno de Coia. «Es un lujo tener una peña de animación. Da gusto ir a los partidos», destaca Dorado. La hinchada no sólo jalea. Ayuda con el outlet de ropa antigua o con las rifas con las que se recauda dinero, como la que se premiaba con una camiseta donada por Pedro Rodríguez. El internacional por Hungría es uno hijo predilecto del Seis, como Pablo Macías, Víctor Rodríguez, Martín Gayo, Pedro Aymerich, Iago Santomé o Carmen Prelchi. «Todos le guardan cariño al club».
Se sueña ahora con un florecimiento deportivo que acompañe al institucional. El equipo masculino ya debió haber jugado la fase de ascenso en 2023. Se lo impidó una sanción de la Federación Española, que entendió que habían renunciado previamente a una plaza en el grupo vasco de Primera Nacional, lo que «obviamente era inviable» y en Coia niegan. La justicia ordinaria dio la razón al club pero el fallo está pendiente de recurso. «Lo suyo es que ganemos la plaza deportivamente», se resigna Dorado, al que le gustaría organizar la fase. El equipo femenino, por su parte, acogió en verano al entrenador y varias de las jugadoras que habían abandonado el Reconquista por desavenencias. Están arrasando en Segunda Autonómica. El plan contempla que puedan pelear por llegar a categoría estatal y crear un segundo conjunto sénior. El Seis do Nadal crece. «Cantera y puertas abiertas» constituye su política. Una celebración de la vida.
Vigo necesita una chispa
Anda el balonmano masculino vigués huérfano de referentes en la élite desde que el Octavio, que ya antes había heredado tal papel del Vulcano, cesó en su actividad. Un vacío extraño, tras medio siglo, y doloroso, que en mujeres mitiga el Solimusic Events Carballal; lejos del Mecalia o del Orbe Zendal, tan vigorosos, pero al menos en Honor Oro.Los espectadores de Asobal y Honor Plata masculina, en cambio, deben viajar a las canchas de Cangas, O Rosal y Pontevedra, y es a sus clubes que los productos de la cantera olívica emigran. «Algo estamos haciendo mal para que chavales en infantil o cadete se vayan a Cisne o Frigoríficos. ¿Cuál es la solución?», se pregunta Dorado, que apunta un pecado en su diagnóstico: «Somos un poco cainitas».
Más pronto que tarde volverá el Seis a reunirse con Reconquista y Granitos Ibéricos en Primera Nacional. El Lavadores, que en 2019 disputó la fase de ascenso a Honor Plata con aquel efímero patrocinio de Construcciones Castro, si bien hoy también pena en Autonómica, completa los grandes viveros de la ciudad. «Con los cuatro clubes que estamos ahora será complicado tener un proyecto que dé para estar en la élite», advierte Dorado. «Contamos con el combustible para hacer la hoguera, la base, pero falta la chispa que aglutine y prenda». Se imagina ese fuego en celeste, pero no el del Seis: «El Celta amagó en su día. Si con Galicia Sports 360 quisiesen abrirse a más deportes y poner una semilla, como con el fútbol femenino, supondría un cambio de filosofía».
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