Fútbol
Los grupos ultras, en el punto de mira
¿Es posible ilegalizar al Frente Atlético y al Frente Bokerón? ¿O a cualquier de los grupos violentos? LaLiga cree que sí . Un objetivo lleno de dificultades, entre ellas la inexistencia de estos grupos como peñas o siquiera como entidades jurídicas, por mucho que se apoyen en sociedades mercantiles.

Sector con aficionados del Málaga, en un partido contra el Fortuna en Balaídos / Marta G. Brea
Sergio R. VIñas/David López
El pasado miércoles, el presidente de LaLiga, Javier Tebas, explicó en la Comisión de Igualdad del Congreso sus intenciones. “Nosotros como Liga, hace unos meses que presentamos a la Fiscalía la disolución e ilegalización del Frente Atlético del Atlético de Madrid. Y he dado instrucciones para que la próxima semana se avance en la ilegalización del Frente Bokerón”, explicó Tebas. Fuentes de LaLiga explican que el organismo presentó denuncias ante la Policía frente a individuos concretos que, a su criterio, pueden conformar un grupo u organización criminal. La Policía realizó sus investigaciones y las elevó a la Fiscalía, que debe decidir si solicita la apertura de juicio o archiva la causa.
El objetivo de LaLiga es que los ultras denunciados por delitos de odio, agresiones, alteración del orden público o incitaciones a la violencia no puedan acceder a los estadios y que los grupos presuntamente criminales a los que pertenecen no puedan realizar actividades sociales y económicas: reuniones en locales, venta de merchandising, cobros por carnés de socio o simpatizante, actividad a través de páginas web… No sería necesaria una sentencia firme, pues se podrían decretar medidas cautelares mientras dure la causa.
En la actualidad, tanto el Frente Atlético como el Frente Bokerón son dos de los grupos considerados como “radicales y violentos” por la Comisión Permanente de la Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte (Antiviolencia), un organismo dependiente del Gobierno. Una veintena de grupos de toda España está incluido en el listado, lo que significa que está prohibida su promoción en los estadios mediante bandera o exhibición de símbolos, así como recibir apoyo por parte de los clubes.
En el fútbol español existen dos precedentes de estos procedimientos contra grupos de ultras. Uno con sentencia firme y otro en proceso. En 2018, un juzgado de Pamplona condenó a 11 simpatizantes de Indar Gorri, a los que consideró miembros de un grupo criminal. No obstante, Indar Gorri no fue considerado como grupo criminal en su conjunto.
El otro caso es el de los Casuals, la facción más violenta de los Boixos Nois, los ultras del Barça expulsados del Camp Nou desde 2003. La expulsión de los Casuals del estadio vino de la mano de Joan Laporta en su primera presidencia. Le costó amenazas de muerte que le llevaron a cambiar de domicilio. Y aunque los miembros de esta facción radical no pueden acceder al recinto deportivo, siguieron llevando a cabo actividades criminales entre las que estaban amenazas, agresiones, extorsiones, desórdenes públicos, atentado e incluso un homicidio.
Los Casuals fueron juzgados en 2013, en un macrojuicio en el que los ultras acabaron emprendiéndola a golpes contra los Mossos d’Esquadra que les custodiaban. Diez años después, en agosto de 2023, los líderes del grupo volvieron a ser detenidos por secuestro, extorsiones y tráfico de drogas. Un juez los dejó en libertad provisional siete meses después.
Aunque un grupo ultra pueda ser expulsado de los estadios, habitualmente sigue existiendo fuera de las gradas. Otro ejemplo es el de Ultras Sur, vetados en el Bernabéu por Florentino Pérez, pero que siguen manteniendo su actividad y reuniéndose en las inmediaciones antes de los partidos, en bares de la calle Marceliano Santamaría. Otros grupos ultras españoles considerados peligrosos, como Biris Norte (Sevilla) o Iraultza (Alavés), están prohibidos teóricamente. No pueden exhibir símbolos con su nombre. Su solución consiste en acceder con pancartas con otras denominaciones. La nueva estrategia de LaLiga, apuntando directamente a los individuos, pretende acabar con este método de burlar la prohibición.
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