Rugby
Un junco de acero
Lucía Abel, flanker que asombra en los partidos mixtos de M18 con el Vigo RC, ha sido incluida por la Federación Española en su programa de seguimiento

Lucía Abel, de "siete" en la melé. / Carlos Martínez
Final de la Liga Gallega de Rugby M18 en As Lagoas. El Kaleido Vigo confirma en esa mañana de abril, ante el Pontevedra, el dominio que ha ejercido durante toda su invicta fase regular. Con el partido ya decidido –concluirá 65-14–, Vicente Prieto, Tito, histórico capitán del XV del Olivo, ahora entrenador de la cantera, activa las sustituciones. Su «siete» abandona el campo y los espectadores lo ovacionan. Les ha asombrado su despliegue, enfrentado a adolescentes corpulentos. Lucía Abel se llama ese flanker espigado, que compensa su menor tonelaje con pericia y carácter; un junco de acero, tan metálico como flexible, cuyo lucimiento en la competición mixta le ha granjeado un sitio en el ‘Plan de seguimiento y desarrollo femenino de la Federación Española’. El preámbulo de la internacionalidad. «Es un honor y una motivación extra», valora la joven. Tito lo festeja: «Un orgullo para todos».
Ninguna tradición familiar justifica su enamoramiento del rugby, aunque su hermana la precedió en el descubrimiento. María había conocido el rugby durante una estancia de intercambio en Canadá. Al regresar a Vigo decidió perseverar y se enroló en el Vigo RC. «Me animó a que fuese», explica Lucía, que cursaba 1º de la ESO. «La verdad es que no había oído hablar del rugby en mi vida».
–Voy a probar –anunció.
El campo de Marcosende, junto a la laguna, se convirtió de inmediato en su ecosistema natural pese a las heladas y aguaceros. «Al principio me quedé por la gente. Desde el primer momento me encantó el ambiente», detalla. «Ya con los entrenamientos y partidos me di cuenta de que era realmente el deporte que me apasionaba».
Aquella Lucía de 11 años se integró en la más brillante camada que el club ha amamantado desde su fundación en 1988: los chicos y chicas de 2006 y 2007, como ella, y las chicas de 2008. «Mi progresión ha sido superpositiva», valora. «He tenido la suerte de pasar por entrenadoras y entrenadores increíbles, que me han enseñado rugby y valores. Y también estoy muy agradecida a mis compañeros y compañeras. Hemos compartido experiencias inolvidables».
El éxito ha acompañado el desarrollo individual y colectivo. El grupo ha conquistado las seis Ligas Gallegas que le han correspondido en M14, M16 y M18. En el palmarés de Lucía falta la de hace dos años. Pasó aquel curso en Irlanda. «La principal razón era mejorar mi inglés y lo conseguí. Maduré al estar tanto tiempo fuera de casa. Te acabas conociendo más a ti misma», destaca. En la vertiente deportiva se decepcionó. Anhelaba empaparse de la escuela irlandesa. Aunque la institución educativa incluía en su programa teórico el rugby tag –sin placajes–, no lo ofertó en la realidad ni encontró alternativas en los alrededores. Se consoló con baloncesto o voleibol.
«Dura e inteligente»
El parón no le afectó en exceso. Se reintegró en el Kaleido. Si en el título de M16 en 2022 era una de las siete chicas, entre 21 convocados, en ese de M18 de 2024 la acompañó Ana Magdalena en cancha, con otras en la banda. Tito, que la tutela desde 2023, describe qué jugadora se encontró y ha contribuido a modelar: «Es una tía dura y callada, que realiza su trabajo a la perfección. En los años que llevo entrenando no he tenido ningún flanker, hombre o mujer, tan inteligente tácticamente».
Lucía, o sea, actúa en la tercera línea, de ala, donde se deben equilibrar potencia y velocidad. «Y ella está al nivel de los más rápidos. Desde el principio me impresionó cómo se lanzaba a placar a jugadores que la duplicaban en peso», confiesa Tito, que ha renunciado a ampliar su catálogo de ubicaciones. «Lo intentamos alguna vez de centro pero no le convenció».

Lucía Abel, en la melé. / Carlos Martínez
«Me gusta todo de la posición», argumenta Lucía. «Vives más intensamente el contacto. Disfruto muchísimo de estar metida en los rucks, los placajes... Además, formas parte de la delantera y las fases estáticas me encantan, desde saltar en la touch hasta estar pendiente en la melé y salir rápida a placar o a atacar si salimos de ‘ocho’». Nada la arredra, pese a sus 59 kilos y 170 centímetros: «El rugby no depende sólo del tamaño. Influyen mucho técnica, estrategia o determinación. Yo voy siempre muy confiada. No me supone un problema enfrentarme a rivales más voluminosos».
«Yo ya la veía con nivel de selección desde el año pasado», asegura Tito. Los responsables de la Federación Española han coincidido. Pudieron observarla durante un fin de semana de diciembre, en una concentración en Madrid de representaciones autonómicas.
–¿Lucía, qué? ¿Gustó? –le preguntó Tito a Antía, de la selección gallega.
–Sí, sí, sí.
La confirmación llegó el 20 de enero. Su nombre figura entre las 87 jugadoras incluidas en el ‘Plan de seguimiento y desarrollo’. Estará sometida al permanente escrutinio de los técnicos federativos. La siguiente frontera: participar en entrenamientos y debutar con la selección de su edad, como Mauro del Campo, socio de batallas en el Vigo, recién incorporado al Cisneros, y la hermana mayor de éste, también Lucía, que desde 2022 milita en las Lions de la universidad estadounidense de Lindenwood.
Lucía Abel agradece la atención federativa como «un reflejo del trabajo que hay por detrás. También es una gran responsabilidad que te impulsa. Pensar que hay una oportunidad de dar un pasito más allá me anima a dar lo mejor de mí. Me ayuda a mantenerme enfocada y a no desviarme de ese sueño».
Pronto afrontará su primera encrucijada vital. En 2º de Bachillerato y en último año de M18, duda para los estudios «entre Farmacia y alguna Ingeniería». El rugby es una certeza: «No sé a qué sitio iré, pero con el rugby quiero continuar. Mi meta es seguir creciendo y llegar al máximo nivel posible. Eso lo tengo muy claro».
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