Baloncesto | Fase de clasificación para el Eurobasket 2025

Yusta, el héroe de la clase obrera

El alero, autor del «milagro de Bratislava», completa la tarea para clasificar a España

Una de las jugadas del España-Eslovaquia, ayer en el Paco Paz, en Ourense.

Una de las jugadas del España-Eslovaquia, ayer en el Paco Paz, en Ourense. / Alan Pérez

Armando Álvarez

Armando Álvarez

Vive España emparedada entre la nostalgia y la esperanza. Mientras sus colosos se retiran o se asoman al ocaso, no acaban de eclosionar sus jóvenes talentos, dominadores en categorías inferiores pero lastrados por un sistema que obstaculiza su acceso a la élite. Así que la selección, privada en las ventanas de los jugadores de Euroliga, sobrevive a las clasificaciones gracias a su honrada clase media. Una dinámica que en ocasiones le obliga a romper las reglas del espacio-tiempo, como en esos 0,4 segundos que Yusta estiró para evitar la derrota en Bratislava.

No sufrió tanto España para completar la tarea en Ourense y costearse así el billete al Eurobasket, donde defenderá la corona de 2022. No brillaron, sin embargo, los únicos campeones ayer en el Paco Paz, Alberto Díaz y Pradilla. Fue Yusta el único adulto constante en su rendimiento.

Eslovaquia amenazó con incomodar a los anfitriones. Neutralizó el primer despegue español gracias a su dominio en el rebote ofensivo. Pareció que el segundo resultaría definitivo. Scariolo se permitió un vistazo al futuro con De Larrea, Almansa, Villar... Sobre todo, con un efervescente Alocén, el mayor de la chavalada, que se ha recuperado en Zaragoza de las lesiones y decepciones de su etapa en el Real Madrid. Su inyección de dinamismo elevó la ventaja a 15 puntos al descanso.

De nada sirvió el fresco recuerdo de lo sucedido en el primer choque. España recayó en sus pecados y Eslovaquia, ahora acertada en el perímetro, llegó a situarse 49-47. Scariolo, que juega los partidos en varios niveles y tiempos verbales, invirtió en confianza y permitió que los culpables se redimiesen de manera inmediata.

La ventaja se estabilizó alrededor de la decena, que los jóvenes supieron proteger. Y si acaso Eslovaquia insinuó una última resurrección, ahí estaba Yusta para recordar a los ídolos de antaño y a los que quizá lo sean que el baloncesto español también se ha construido gracias a sus obreros.

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